«Bastó que muriera para que todos los odios se convirtieran en veneración, todas las calumnias en plegarias, todos sus hechos en leyenda. Muerto, ya no era un hombre sino un símbolo. La América Latina se apresuró a convertir en mármol aquella carne demasiado ardiente, y desde entonces no hubo plaza que no estuviera centrada por su imagen, civil y pensativa, o por su efigie ecuestre, alta sobre los Andes. Por fin en el mármol se resolvía lo que en la carne pareció siempre a punto de ocurrir: que el hombre y el caballo se fundieran en una sola cosa.
Aquella existencia, breve como un meteoro, había iluminado el cielo de su tierra y lo había llenado no solo de sobresaltos sino de sueños prodigiosos.»
William Ospina
El libro en el que se basa la nueva película de Christopher Nolan protagonizada por Cillian Murphy.
La biografía definitiva de Oppenheimer, el padre de la bomba atómica y una de las figuras más emblemáticas del siglo XX.
Premio Pulitzer 2006National Book Critics Circle Award 2005Duff Cooper Prize 2008
El 16 de julio de 1945, en el desierto de Nuevo Mexico, se detonaba en secreto la primera bomba atómica. Impactado por el poder destructivo de su creación, J. Robert Oppenheimer, director del Proyecto Manhattan, se comprometería desde entonces a luchar contra el desarrollo de la bomba de hidrógeno y contra la guerra nuclear. Sospechoso de comunista para los Estados Unidos de la era McCarthy, fue perseguido por el FBI, calumniado como espía de la Unión Sovietica y obligado a dimitir de cualquier función pública. Su vida privada fue arrastrada del mismo modo hacia el esperpento; su casa fue allanada con micrófonos ocultos, y su telefono, intervenido.
Según Arendt, el desarrollo del mundo moderno se ha visto acompañado de una crisis de la autoridad, una crisis constante y cada vez más amplia y profunda. Y esta crisis, evidente desde principios del siglo XX, sería de origen y naturaleza política. Así, el auge de los movimientos totalitarios se produjo en el contexto de un colapso de todas las autoridades tradicionales, pero este colapso no fue resultado directo de los propios movimientos totalitarios; más bien se diría que el totalitarismo era el mejor preparado para aprovechar una atmósfera política y social en la que el sistema de partidos había perdido su prestigio y la validez de la autoridad misma fue cuestionada de forma radical.