¿Quién es AYN RAND? Pocos intelectuales del siglo XX han sido tan influyentes -y controvertidos- como la novelista y filósofa Ayn Rand. Su pensamiento sigue teniendo un profundo impacto, sobre todo en quienes llegan a ella a través de sus novelas Atlas Shrugged y The Fountainhead, con sus mensajes centrales sobre el individualismo, la autoestima y el derecho a vivir sin las imposiciones de los demás. Aunque ignorada o despreciada por algunos académicos, tradicionalistas, progresistas e intelectuales públicos, sigue siendo una gran influencia para muchos de los principales legisladores, asesores políticos, economistas, empresarios e inversores del mundo. ¿Por qué sigue siendo tan influyente la obra de Rand? Ayn Rand: An Introduction ilumina la importancia de Rand, detallando su forma de entender la realidad y la naturaleza humana, y explora la fascinación y los debates actuales en torno a sus conclusiones sobre el conocimiento, la moral, la política, la economía, el gobierno, los asuntos públicos, la estética y la literatura. El libro también las sitúa en el contexto de su vida y su época, mostrando lo revolucionarias que fueron y cómo han influido y siguen influyendo en los debates sobre política pública.
Decir filosofía es para Gabriel Albiac decir un juego, una feliz indolencia o una melancolía sabia y escéptica. También es soledad y, a veces, casi lo único que puede darnos compañía. Su Elogio de la filosofía emprende un viaje fascinante y muy personal por las preguntas fundamentales que nos hemos hecho siempre.
Sus páginas nos hablan de la existencia y su sentido, el tiempo y la muerte, la libertad, la belleza o la verdad en un estilo único, lírico y culto, preñado de referencias literarias y artísticas. En sus páginas desfilan las palabras y las ideas de la sabiduría clásica en Heráclito, Platón o Marco Aurelio; de San Pablo y la Biblia; de La Boétie, Montaigne, Pascal o Spinoza; de poetas como Quevedo, John Keats o W. H. Auden; y obras como La Ilíada o el Cristo de Grünewald.
En esta travesía no hay programa ni decálogo alguno, no hay respuestas cerradas, tan solo un bello «consuelo de la huida» y una «lucha por conocer» que nos acerca a eso que llamamos libertad.
Durante los últimos tres siglos, Occidente extendió inexorablemente su domino sobre el planeta. Pero, de repente, con el cambio de milenio, este rumbo parece haberse invertido. Enfrentado a un escenario de estancamiento económico, división política y retroceso demográfico, Occidente parece precipitarse hacia un acelerado declive. No es la primera vez que la historia asiste a un ascenso y a una caída tan vertiginosos. El Imperio romano siguió una trayectoria similar, desde el poder cuasi omnímodo hasta la desintegración, algo que, tal y como este libro argumenta, es más que una curiosa coincidencia histórica. Desde el 399 al 1999, los ciclos vitales de los imperios siembran las semillas de su inevitable destrucción.
El súbito ascenso al poder del príncipe Mohamed bin Salmán sorprendió al mundo entero. A pesar de sus aparentes esfuerzos por vender una imagen de modernidad y reforma, la suya es una historia plagada de excesos, represión y brutales asesinatos. Hope y Scheck, dos de los periodistas que mejor conocen la península arábica, nos ofrecen el mejor retrato hecho hasta la fecha de una de las familias más ricas del mundo, al tiempo que nos permiten ahondar en la mente de un líder que aboga por cambiar los equilibrios de poder en el mundo.
Hace cinco siglos, el 13 de agosto de 1521, caía Tenochtitlán, la otrora esplendorosa capital del Imperio azteca y ahora tan devastada como sus habitantes, exterminados por la guerra, el hambre y la viruela. Un mundo, el de Moctezuma y Cuauhtemoc, el de Huitzilopochtli y el Tezcatlipoca, se extinguía, y otro, el de Cortes y Malinche, el de Cristo y la Virgen de Guadalupe, nacía. Un hito en la historia universal, que supuso un bocado de león en la conquista española de America y que marcó el nacimiento del país mestizo que es Mexico. Un hito doloroso, pero que cinco siglos despues sigue asombrando: ¿cómo pudieron Cortes y su puñado de españoles, prácticamente incomunicados, en medio de un mundo que les era totalmente ajeno y extraño, conquistar un Imperio que se enseñoreaba sobre una vasta parte de lo que hoy es Mexico? ¿Cómo pudieron escapar en la Noche Triste y vencer a los guerreros águila y jaguar en Otumba?
Los antiguos dictadores como Hitler, Stalin o Mao gobernaron mediante la violencia, el terror y la dominación ideológica. Pero en las últimas décadas se ha consolidado una nueva generación de hombres fuertes que, sirviéndose de los medios de comunicación y las redes sociales, ha rediseñado el gobierno autoritario para un mundo más sofisticado y globalmente conectado.
En lugar de una represión abierta y masiva, gobernantes como Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan y Viktor Orbán controlan a sus ciudadanos distorsionando la información y simulando procedimientos democráticos. Al igual que los propagandistas y voceros en las democracias, estos nuevos dictadores retuercen las noticias para granjearse el apoyo social, cultivar una imagen de competencia y ocultar la censura. Y utilizan las instituciones democráticas para socavar la democracia misma, al mismo tiempo que aumentan el compromiso internacional para obtener beneficios financieros y reputacionales.
Más allá de un régimen político, la democracia consiste en la vitalidad de la sociedad civil, que exige superar el individualismo. Alvira reivindica la libertad del ciudadano, entendida como responsabilidad y capacidad de acción respecto a lo común.
La democracia es vitalidad y pujanza de la sociedad civil, y exige personas nobles, no individualistas, que antepongan el servicio al propio interés. La verdadera democracia no excluye toda aristocracia. Más bien al contrario: la necesita. El empresario, entre otros, forma parte de ese núcleo humano, y su empresa es, como tal, una institución social. Conforma lo social. Para que la democracia engendre libertad y no solo independencia privada, necesita reinventar su aristocracia: personas que resistan al poder supremo compartiendo con él la responsabilidad por el bien común.
El futuro ecológico del planeta no tiene por qué ser tan negro como lo pintan: este libro lo demuestra con datos.
En la información que recibimos sobre el futuro del planeta prima lo apocalíptico. Desayunamos con titulares sensacionalistas y nos acostamos con noticias alarmantes sobre el calentamiento global, el cambio climático, la contaminación atmosférica, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, la ganadería extensiva, la sobrepesca, los plásticos no biodegradables, la superpoblación…
Este libro, escrito por una científica que trabaja con datos, propone una visión radicalmente distinta y esperanzadora. Esta es una obra optimista, sí, pero no de un optimismo ingenuo, sino basado en el análisis de la información fiable de la que disponemos. Datos que nos dicen que hemos avanzado mucho más de lo que pudiera parecer por la senda correcta, y que tenemos mucho camino positivo por recorrer. No es el momento de tirar la toalla, sino de seguir luchando –con grandes y pequeños gestos, algunos de ellos al alcance de nuestra mano– por el futuro del planeta, por el nuestro y el de las próximas generaciones. En este libro valeroso, práctico y documentado, transformador, Hannah Ritchie nos explica cómo hacerlo: cómo sobreponernos al ruido para encontrar las respuestas correctas y los cambios necesarios.
Han pasado más de treinta años desde la caída del comunismo y algunas de nuestras ideas sobre lo que fue Europa del Este todavía replican los lugares comunes de la Guerra Fría: sociedades controladas por la Policía secreta, el miedo a la delación, sangrientos burócratas que llegaban desde Moscú para reprimir cualquier atisbo de disidencia y economías caracterizadas por el atraso y la escasez. En un formidable trabajo de síntesis que renueva los términos del debate, Agustín Cosovschi y José Luis Aguilar recorren la historia del comunismo desde las primeras luchas socialistas en el siglo XIX hasta su colapso en los umbrales del siglo XXI. Narran el ciclo de violencia de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y su prolongación en la Guerra Civil. Explican el momento bisagra en que comienza un enfrentamiento global entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero, sobre todo, muestran cómo el socialismo de Estado, lejos de ser una realidad monolítica orquestada por completo desde Rusia, se configuró en cada país en función de las tensiones étnicas, la búsqueda de independencia nacional, los liderazgos.