En el siglo XXI la humanidad está alcanzando nuevas cotas en la comprensión científica y, al mismo tiempo, parece estar enloqueciendo. ¿Cómo puede una especie que ha desarrollado vacunas para la Covid-19 en menos de un año producir tantas noticias falsas, remedios de curanderos y teorías de la conspiración?
Pinker rechaza el cínico lugar común de que somos una especie irracional: cavernícolas extemporáneos cargados de sesgos, falacias e ilusiones. Después de todo, hemos descubierto las leyes de la naturaleza, hemos prolongado y enriquecido nuestras vidas, y hemos fijado los puntos de referencia de la racionalidad misma. En lugar de ello, explica que pensamos de formas sensatas en los contextos de baja tecnología en los que transcurre la mayor parte de nuestras vidas, pero no sacamos partido de las potentes herramientas del razonamiento que hemos construido a lo largo de los milenios: la lógica, el pensamiento crítico, la probabilidad, la correlación y la causalidad, y la toma de decisiones. Estas herramientas no son un componente estándar de nuestros currículos educativos y, hasta la fecha, nunca se habían presentado de un modo claro y ameno.
Racionalidad explora asimismo su contraria: cómo la búsqueda racional del interés propio, la solidaridad sectaria y la mitología edificante de los individuos puede desembocar en la irracionalidad paralizante en una sociedad. La racionalidad colectiva depende de normas explícitamente diseñadas para promover la objetividad y la verdad.
La racionalidad es importante. Nos permite tomar mejores decisiones en nuestra vida y en la esfera pública, y es el principal motor de la justicia social y del progreso moral. Rebosante de perspicacia y de humor, Racionalidad nos iluminará, nos inspirará y nos empoderará.
En sus viajes por el Atlántico los europeos no sólo descubrieron nuevas tierras, sino también nuevos pueblos hasta entonces desconocidos, con sus propias costumbres y religiones. Estos encuentros, que comenzaron en las Canarias en 1341 y prosiguieron en América desde 1492, les planteaban una serie de preguntas: ¿Eran estas gentes descendientes de Adán, del mismo linaje que los habitantes del Viejo mundo, o fruto de otra creación? ¿Poseían un alma y la capacidad de conocer a Dios? ¿Tenían el derecho a ser libres y gobernarse a sí mismos o debían ser tutelados? David Abulafia centra su atención en el aspecto humano de estos encuentros, y en la forma en que se pasó del asombro del descubrimiento de una naturaleza humana común a la práctica de la explotación, sentando un precedente para la posterior conquista europea del mundo. Como ha escrito el profesor Fernández-Armesto, este libro «nos lleva al corazón mismo de una cuestión que importa muy especialmente al mundo actual».
En este ensayo, Byung-Chul Han relee a Heidegger en todas sus etapas como la reivindicación de un mundo cordial.El corazón, según certera aclaración de H¶lderlin, es el órgano que permanentemente hace fluir y refluir, desencontrarse y reencontrarse en asimilaciones y emisiones, en apropiaciones y enajenaciones, esas corrientes de vida que son los flujos sanguíneos canalizados por arterias y venas.Ya en terminología de Heidegger, el corazón sería una metáfora de esa intersección de cercanía y lejanía en la que temporalmente se hacen consonar las disonancias para hacerlas amables: el mundo como una confluencia habitable, pero que constantemente hay que estar construyendo, del sepultador cerramiento de la tierra y la inhóspita apertura del cielo. Si Ser y tiempo, la primera obra capital de Heidegger, se suele leer como un redescubrimiento del mundo y de la vida pensados del hombre, en este ensayo Byung-Chul Han relee al filósofo alemán en todas sus etapas como la reivindicación de un mundo cordial. En este canto a la afabilidad, Han pone a Heidegger en fecundo diálogo con la tradición filosófica alemana, la fenomenología francesa y la literatura contemporánea.