Una voz combativa y franca, sin barreras, que habla de «la tierra que duele, el viento que llora cuando se muere de frío, la mera existencia cuando te deja de pertenecer».
De furia y miel, es el resultado de varios años de trabajo, con un ambicioso abanico temático que subyugará a los lectores, especialmente a las jóvenes que se reconocerán en su subjetividad más combativa, más fresca y desenfadada: sin cortapisas despliega un enfoque femenino de la realidad de los cuerpos, las rutinas del amor y del trabajo, la vida que nos enaltece o nos hunde según el tiempo que nos toca vivir. Aquí aborda desde su particular y intuitiva voz poética: «el dolor que me reconoció en mis peores noches, los intentos en los que fracasé y todas y cada una de las veces en las que se me cerraron las puertas y me dijeron que no».
Basándose en las miles de páginas de los cuadernos manuscritos de Leonardo y nuevos descubrimientos sobre su vida y su obra, Walter Isaacson teje una narración que conecta el arte de Da Vinci con sus investigaciones científicas, y nos muestra cómo el genio del hombre más visionario de la historia nació de habilidades que todos poseemos y podemos estimular, tales como la curiosidad incansable, la observación cuidadosa y la imaginación juguetona. Su creatividad, como la de todo gran innovador, resultó de la intersección entre la tecnología y las humanidades. Despellejó y estudió el rostro de numerosos cadáveres, dibujó los músculos que configuran el movimiento de los labios y pintó la sonrisa más enigmática de la historia, la de la Mona Lisa. Exploró lasleyes de la óptica, demostró como la luz incidía en la córnea y logró producir esa ilusión de profundidad en la Última cena.
La habilidad de Leonardo da Vinci para combinar arte y ciencia -esplendorosamente representada en el Hombre de Vitruvio- continúa siendo la regla de oro de la innovación. La apasionante vida de este gran hombre debe recordarnos la importancia de inculcar el conocimiento, pero sobre todo la voluntad contagiosa de cuestionarlo: ser imaginativos y pensar de manera diferente.
Las mujeres de la Biblia vivieron historias atemporales. Al examinarlas, podemos comprender qué significa ser una mujer de fe.
Las personas no familiarizadas con las Escrituras suelen asumir que las mujeres tienen un papel pequeño y secundario en la Biblia, cuando de hecho fueron figuras centrales en numerosos relatos bíblicos. La valentía de la reina Esther fue lo que salvó a su pueblo entero en un momento histórico decisivo. La Biblia contiene guerreras, como Jael; juezas, como Deborah, y profetas, como Miriam. La primera persona que presenció la resurrección de Jesús fue María Magdalena, quien enseguida se convirtió en la primera evangelista cristiana, deseosa de compartir la noticia que cambiaría al mundo para siempre.