Los Diálogos de Platón, son un inagotable homenaje a la figura de su maestro Sócrates; el joven Platón uno de aquellos brillantes muchachos ganado por el «polemo» dialéctico que asistió sin duda alguna al proceso de su admirado maestro, víctima de unos manejos democráticos que le condenaron. La injusticia cometida con Sócrates es sin duda el argumento decisivo para santificar su odio a la plebe. Lo cierto es, que el joven Platón ante tales hechos, jamás sería un demócrata de convicción, toda su energía la consumió en su proyecto melancólico de la fundación de una «ciudad ideal», una república regida por la diké y la armonía cósmica de las almas y las leyes.
¿Somos una única especie humana o no? ¿Cómo surgió la idea de raza y qué significa? En la era de la política identitaria, las pruebas de ADN y el ascenso de la extrema derecha vuelven a cobrar auge quienes defienden las diferencias biológicas entre poblaciones. La verdad: la raza es una construcción social. El problema: nos cuesta creerlo.
García Gual nos deslumbra una vez más valiéndose de la fuerza de los mitos.
Pocos relatos condensan tanta carga simbólica como el de Prometeo, el dios que roba el fuego, el rebelde, el escultor creador de los humanos.
El relato prometeico ha estimulado la imaginación desde los tiempos de Hesíodo (s. VII a. C.) hasta hoy, cuando ilustra las más utópicas promesas tecnológicas.