Mediado el siglo XIX, el pintoresco pensador alemán Eugen von Vaerst escribió un delicioso texto titulado Gastrosophie, una elegía hedonista a la comunión entre el buen comer, el buen pensar y el bien vivir. En su estela, los autores de este libro emprenden un peregrinaje desde las normas culinarias de Pitágoras a la frugalidad de Platón (con la excepción de los higos), ambos más interesados en la pureza del alma o de las ideas que en las alegrías del cuerpo; sin olvidar el idílico Jardín de Epicuro, precedente del autocultivo bio, pasando por la enfermiza manía de ayunar de algunos insignes pensadores del medievo, hasta llegar a la insospechada afición al vino del circunspecto Hegel o la no tan insospechada querencia por la cerveza y los habanos de un perpetuo aspirante a bon vivant como Marx.
Gastrosofía incluye deliciosas recetas de cada escuela filosófica. Una manera original y placentera de acercarse al pensamiento filosófico.
Plutarco fundó en su ciudad natal un espacio de debate y discusión, a imagen y semejanza de la célebre Academia de Platón, de donde surgieron las tres obras aquí reunidas: «Cómo sacar provecho de los enemigos», «Cómo distinguir a un adulador» y «Sobre la abundancia de amigos». En ellas el filósofo nos enseña a escuchar a los adversarios –hábiles detectores de nuestras debilidades– y a desconfiar de nuestro amor propio –el defecto más útil para los aduladores–, pues solo así sabremos distinguir la verdadera amistad: aquella en la que encontraremos virtud en la honestidad y deleite en el diálogo.
Un bien exquisito que exige espacio, tiempo y cuidado.
«El hombre inteligente saca provecho incluso de los que difieren de él, pues es imposible vivir sin enemigos».
En el Japón tradicional, el arte de la guerra, así como las relaciones sociales, estaban oficialmente regidos por el Bushido, el código del honor de los samurais. Pero el Bushido tenía un lado secreto: el arte del Ninjutsu. Aunque los ninjas, expertos en infiltración, inteligencia, espionaje y contraespionaje, no estaban sujetos al Bushido, no obstante poseían unos valores y una tradición igualmente importante que les distinguía de los simples ladrones. Su arte, tanto invisible como indispensable, se transmitía en el seno de escuelas secretas, basándose en unos pocos manuales escritos en un lenguaje codificado. El Shóninki, redactado por el maestro ninja Natori Masazumi en 1681, es uno de los más importantes. Además de sus enseñanzas estratégicas -con unos principios que siguen siendo actuales- el Ninjutsu también aparece en este texto como una auténtica disciplina espiritual, demostrando un profundo conocimiento del ser humano y del mundo.
Esta versión comentada del Shóninki, por fin disponible en español, interesará por igual a los amantes de las artes marciales y la estrategia, así como a quienes apasiona la cultura japonesa.