Trefan Morys es el nombre de mi casa en Gales y, a decir verdad, creo que lo más interesante es el hecho de que está en Gales.» Con sencilla elegancia, Jan Morris reflexiona sobre su hogar en Gales, su hermoso entorno y sobre el significado de ser galés. Es un relato íntimo y nítido que recorre la turbulenta historia de los galeses y su batalla para mantener vivos su idioma y su cultura a la sombra de su vecino más poderoso. Entretejiendo algo de poesía y tradición galesa, Morris nos lleva por un camino sinuoso hasta su casa, una humilde estructura del siglo XVIII construida para el ganado y posteriormente convertida en hogar. Este modesto edificio se convierte en un espejo de su vida, así como del alma del pequeño y complejo país de Gales, que ha desafiado al mundo durante siglos para preservar su propia identidad.
Si hubiera tenido más tiempo, hubiera escrito una carta más corta», afirmó Pascal. Hoy lo breve nos invita, en medio de una sociedad enferma de frenesí, a detenernos: ante el epitafio enigmático de una lápida, ante el aforismo que sugiere sin decir, ante la pancarta que nos golpea con el alma de su lucha.
Una mariposa nace, vive y muere en apenas unos días. Aunque efímero, contemplamos su vuelo con asombro. Y el aleteo de sus alas, como dice el proverbio chino, «se puede sentir al otro lado del mundo». La tesis de este libro es sencilla: lo breve entraña lo profundo.
El presente libro, escrito entre 1351 y 1355, es una de las primeras biografías de Dante en sentido moderno. Boccaccio, gran admirador y conocedor de la obra del poeta florentino, al que sin embargo jamás llegó a conocer, se propuso componer una semblanza del que fue estrecho amigo de su padre y, a sus ojos, víctima de la bajeza moral de la Florencia del siglo XIV. Para ello, recurrió tanto a episodios transmitidos por la tradición oral como a testimonios de personas que lo conocieron, y abordó la figura del escritor con gran rigor moral y finísima ironía. Dante se nos muestra en estas páginas como hombre concernido por la realidad de su tiempo y creador de una obra divina—tal como el propio Boccaccio la bautizó—que abraza la literatura sacra y profana; como poeta que no sólo custodia el saber teológico, sino que también defiende la verdad y los valores de la humanitas.