¿Por qué López Obrador se ha obsesionado con los medios (sobre todo con los “conservadores”), a quienes considera sus más fieros contrincantes? ¿Por qué miente y desinforma con tanta confianza incluso cuando se le presentan evidencias que anulan sus afirmaciones? ¿Qué consecuencias políticas tiene su actitud retadora y desdeñosa hacia la verdad y los hechos?
Sea como un recurso para polarizar al país en su beneficio o como una genuina estrategia de cambio, el presidente de México ha logrado convertir la relación entre el poder y los medios de comunicación en uno de los aspectos centrales de su gestión. Esto ha generado confrontación, pero también dependencia, y ha marcado el ritmo de la discusión público en México desde que el presidente estableció las conferencias “mañaneras” como la principal vía de comunicación de su gobierno.
Una voz combativa y franca, sin barreras, que habla de «la tierra que duele, el viento que llora cuando se muere de frío, la mera existencia cuando te deja de pertenecer».
De furia y miel, es el resultado de varios años de trabajo, con un ambicioso abanico temático que subyugará a los lectores, especialmente a las jóvenes que se reconocerán en su subjetividad más combativa, más fresca y desenfadada: sin cortapisas despliega un enfoque femenino de la realidad de los cuerpos, las rutinas del amor y del trabajo, la vida que nos enaltece o nos hunde según el tiempo que nos toca vivir. Aquí aborda desde su particular y intuitiva voz poética: «el dolor que me reconoció en mis peores noches, los intentos en los que fracasé y todas y cada una de las veces en las que se me cerraron las puertas y me dijeron que no».
Mediado el siglo XIX, el pintoresco pensador alemán Eugen von Vaerst escribió un delicioso texto titulado Gastrosophie, una elegía hedonista a la comunión entre el buen comer, el buen pensar y el bien vivir. En su estela, los autores de este libro emprenden un peregrinaje desde las normas culinarias de Pitágoras a la frugalidad de Platón (con la excepción de los higos), ambos más interesados en la pureza del alma o de las ideas que en las alegrías del cuerpo; sin olvidar el idílico Jardín de Epicuro, precedente del autocultivo bio, pasando por la enfermiza manía de ayunar de algunos insignes pensadores del medievo, hasta llegar a la insospechada afición al vino del circunspecto Hegel o la no tan insospechada querencia por la cerveza y los habanos de un perpetuo aspirante a bon vivant como Marx.
Gastrosofía incluye deliciosas recetas de cada escuela filosófica. Una manera original y placentera de acercarse al pensamiento filosófico.