¿Por qué tanto ensañamiento con el cinismo? Porque el cínico cometió el terrible pecado de señalar el idealismo con el dedo y gritar: «¡El rey va desnudo!». Desde entonces, los maestros de la filosofía los ignoran, los silencian, los tergiversan, los caricaturizan o directamente los descalifican para que su mensaje quede oculto. Platón defendió la existencia de un modelo eterno, perfecto e inmaterial de hombre al que debemos someternos. Pero Diógenes se ríe de esta teoría y busca por las calles de Atenas, con una linterna en pleno día, a ese hombre ideal. Platón define al ser humano como «un animal de dos pies y sin plumas», y los académicos que lo escuchan admiran su sabiduría. Mientras tanto Diógenes sale a la calle, toma un gallo, le quita las plumas, lo tira al suelo de la elitista escuela y le dice a Platón: «Aquí tienes a tu hombre». Este se niega a debatir con Diógenes y lo trata siempre de loco. A partir de ese momento, los idealistas siguen la actitud del maestro.
No me tapes el sol busca actualizar la filosofía cínica como salvavidas para subsistir con libertad, cordura y dignidad en un mundo pospandemia que parece navegar a la deriva.
Las desheredadas aborda los siglos XVIII y XIX, una época crucial en la historia de Occidente, germen de la que vivimos hoy. Es el tiempo de pintoras como Élisabeth Vigée Le Brun o Adélaïde Labille-Guiard; de las ilustradas lady Mary Montagu o la duquesa de Osuna; de científicas como la marquesa de Châtelet y Ada Lovelace; de las revolucionarias traicionadas como Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft; de escritoras como Mary Shelley, las Brontë o Emilia Pardo Bazán; de las primeras feministas como Flora Tristan, Concepción Arenal o Rosario de Acuña; de las impresionistas como Berthe Morisot o Camille Claudel... Se dedicaron a las artes, al pensamiento, lucharon por la libertad y los derechos de los más desfavorecidos, pero la burguesía ilustrada y liberal acabó imponiendo el relato oficial. Y en él no hubo cabida para ellas. De ese rechazo nacería el feminismo, que iniciaba entonces su carrera imparable.