Un apasionante volumen que recoge un importante trabajo de investigación y síntesis, en el que la autora, adentrándose en la sociedad y la política de la época, consigue arrojar luz sobre los orígenes y la vida del almirante. Un completo y atractivo recorrido por sus viajes de descubrimiento y conquista.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Jan Zwartendijk, cónsul holandés en Kaunas, Lituania, encontró una forma de salvar la vida de miles de refugiados judíos que habían huido de Polonia: les tramitó visados para viajar a la colonia holandesa de Curazao. De esta manera, miles de personas se embarcaron en el Transiberiano Exprés, atravesaron la Unión Soviética hasta llegar a Vladivostok y, desde allí, continuaron su viaje hacia Japón y posteriormente a China, antes de extenderse por todo el mundo. El 95 % de aquellos refugiados consiguieron sobrevivir a la guerra.
La hazaña de Jan Zwartendijk es tan edificante y heroica como desconocida. Ahora, el renombrado autor Jan Brokken la rescata del olvido y sigue el destino de muchos de los judíos que lograron escapar, en una epopeya inolvidable que ofrece una imagen impactante de una época desesperada.
Este libro ofrece al lector en lengua española el primer comentario integral a los célebres Tres discursos para ocasiones supuestas de Søren Kierkegaard.
Ángel Enrique Garrido Maturano no articula esta tarea por los senderos previsibles: no elabora un estudio filológico, asentado sobre las bases de la vieja crítica textual, que sea rico en detalle positivos sobre fuentes, influencias, varian- tes, etc.; pero tampoco nos ofrece –a contracorriente de ciertas lecturas de los textos del filósofo danés– un relato edificante, confesionalmente concernido, sobre una cierta modulación del cristianismo por la que se abogaría.
La intención del autor es, por el contrario, ente- ramente filosófica: su lectura indaga, de modo fenomenológico y no confesional, en las tres situaciones decisivas de la existencia con las que se confronta –y nos confronta– el pensamiento de Kierkegaard: el tener que reconocerse a sí mismo tal cual uno es, expresado en la confesión, el amor al otro tal cual ese otro es, expresado en el matrimonio, y la muerte inexorable.