El Hua Hu Ching es la recopilación de 81 enseñanzas orales taoístas ―el mismo número que en el Tao Te Ching― que la tradición también atribuye a Lao Tse. En la etapa de luchas políticas en China durante el siglo XIV, este libro fue prohibido y quemados los ejemplares existentes. Afortunadamente, la práctica taoísta, basada en la transmisión oral de sus enseñanzas, permitió que el maestro Ni Hua-Ching las reprodujera después de su salida de China en 1976, colaborando en su posterior redacción y traducción, evitando así que se perdieran para siempre. En relación con su contenido, este se refiere al logro de la iluminación, la maestría y la paz de espíritu, transmitiendo su mensaje una enorme autoridad que revela el más puro origen taoísta.
Thomas Piketty y Michael J. Sandel abordan aquí temas que abarcan la economía, la filosofía y la historia, y valoran cuánto hemos avanzado en la lucha por lograr una mayor igualdad entre las personas de todo el mundo. Al mismo tiempo, afrontan las profundas divisiones que aún persisten a causa de la desigual riqueza, el mal uso del poder y el deseo de estatus y muestran tanto sus acuerdos como sus discrepancias.
Este diálogo nos permite vislumbrar nuevas posibilidades para el cambio y la justicia sociales, pero también es un recordatorio de que el lento progreso hacia una mayor igualdad para todos nunca llega sin un profundo conflicto social y la lucha política.
El presente libro, escrito entre 1351 y 1355, es una de las primeras biografías de Dante en sentido moderno. Boccaccio, gran admirador y conocedor de la obra del poeta florentino, al que sin embargo jamás llegó a conocer, se propuso componer una semblanza del que fue estrecho amigo de su padre y, a sus ojos, víctima de la bajeza moral de la Florencia del siglo XIV. Para ello, recurrió tanto a episodios transmitidos por la tradición oral como a testimonios de personas que lo conocieron, y abordó la figura del escritor con gran rigor moral y finísima ironía. Dante se nos muestra en estas páginas como hombre concernido por la realidad de su tiempo y creador de una obra divina—tal como el propio Boccaccio la bautizó—que abraza la literatura sacra y profana; como poeta que no sólo custodia el saber teológico, sino que también defiende la verdad y los valores de la humanitas.