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CINCO GRANDES HEREJES

Akenatón, el faraón monoteísta | Arrio contra la Trinidad | Miguel Servet, atrapado por Calvino | Giordano Bruno, sol y fuego | El peculiar método de John Wesley El hereje fascina por su carga implícita de rebeldía, pues por definición nada a contracorriente de una religión establecida. Reta a una fe, con su doctrina, su casta sacerdotal y su ortodoxia, pero lo hace sin renunciar a las creencias compartidas. Su impulso transformador ofrece resultados inciertos a lo largo de la historia. Muchos herejes han terminado muertos, presos o desterrados. Otros, en cambio, son los padres fundadores de una nueva religión o los nuevos líderes del viejo credo reformado. Akenatón, marido de Nefertiti, quiso fundar una religión al margen de la casta sacerdotal. Su intento precoz de monoteísmo en Atón, el dios solar, era también una manera de reformar el vasto imperio del Nilo. Arrio fue un líder espiritual del cristianismo primitivo cuando la doctrina aún estaba en discusión, en los años previos al concilio de Nicea. Negar la Trinidad le costó caro, pero estuvo cerca de triunfar. Dos herejes, casi contemporáneos en el tiempo, encarnan la rebeldía intelectual: el español Miguel Servet y el italiano Giordano Bruno. Servet quería una religión que regresara al cristianismo primitivo y se pusiera al servicio de las personas. Para huir de sus inquisidores se refugió en Ginebra, sin sospechar que Calvino era aún más intolerante. Bruno fue un gran pensador cuyo impulso reformista bajo el signo de la tolerancia le acabaría llevando a la hoguera. Por último, sin el peculiar método de transmitir los valores de la iglesia anglicana de John Wesley, que lo llevó a fundar una nueva religión, no podríamos entender la historia de Estados Unidos.
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CARTA A D.

La más bella carta de amor. «Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante y deseable». Así comienza la bella carta que el filósofo y periodista André Gorz escribió a su esposa, Dorine, pocos meses antes de que los dos apareciesen muertos en su casa. Gorz fue fundador de Le Nouvel Observateur y compañero de viaje de Sartre. Sin embargo, no es la filosofía el tema de Carta a D.: esta es una conmovedora carta de amor de Gorz a su mujer. Tras sesenta años juntos, Dorine estuvo aquejada de una terrible enfermedad que terminaría con el suicidio pactado de ambos. El amor y la muerte transitan por estas páginas y nos recuerdan que amar es la entrega total.
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BIZANCIO. EL APOGEO

La coronación de Carlomagno como emperador de Roma en Occidente supuso un desafío para la autoridad de Bizancio, pero el imperio demostró una sorprendente capacidad para reponerse de los reveses y salir victorioso y más fuerte que nunca. En Bizancio. El apogeo, nos sumergiremos en la época de esplendor de Bizancio entre los siglos ix y xi. Durante este periodo, el Imperio bizantino se consolidó como baluarte europeo frente a las incursiones árabes y turcas, y desempeñó un papel crucial en la cristianización de los pueblos eslavos y en la configuración de Europa. De la mano de John Julius Norwich, maestro de la historia narrativa, asistiremos al renacimiento cultural y político de la dinastía macedonia, seremos testigos del regreso de la polémica de la iconoclasia y nos adentraremos en intrigas palaciegas y retorcidas tramas de asesinatos políticos. Conoceremos también reinados tan fascinantes como el del usurpador Romano y el del erudito Porfirogéneta, presenciaremos el doloroso cisma entre las Iglesias católica y ortodoxa y nos meteremos en el fragor de la trascendental batalla de Manzikert. Bizancio. El apogeo es una obra clave que nos adentra en el esplendor del Imperio romano de Oriente, el Estado más importante de la cristiandad medieval.
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