Historia de Madagascar nos presenta un relato accesible que integra los resultados de las investigaciones más recientes con el propósito de facilitar el conocimiento de la realidad malgache. A su llegada, los primeros ocupantes de la Isla Grande poblaron las costas y algunos se trasladaron poco a poco hacia el interior. Siguió una fase de construcción política, al ?nal de la cual una de las formaciones resultantes, impulsada por un sueño uni?cador, sería reconocida como Reino de Madagascar. Su fracaso, que se resumió en la colonización, no rompió la eterminación de la población. La independencia ha abierto al ?n la vía a un proceso largo y complejo: la búsqueda de la democracia y del desarrollo. La obra describe así la marcha de un pueblo hacia su unidad. Esta historia reconstruye el recorrido de Madagascar, en su continuidad y en sus rupturas. Relativiza el enfoque convencional de un origen de los malgaches, a favor de una integración progresiva en el Océano Índico y de una apertura creciente al mundo.
¿Qué es la cultura de derechas hoy? En respuesta al periodista de un conocido semanario, Furio Jesi ofreció una definición tan breve como meditada y precisa: es una cultura «caracterizada (de buena o mala fe) por el vacío».Mitólogo de la modernidad, Jesi dedica los estudios aquí recogidos a identificar las matrices subterráneas y el lenguaje de las «ideas sin palabras», de la cultura de derechas de los siglos xix y xx; y lo hace de senmascarando los clichés, las fórmulas y los términos de moda que aluden a un «vacío» por llenar con materiales mitológicos, un núcleo mítico profundo e incognoscible, pero fundante y moldeador, al que se refieren los «valores incuestionables» de la Tradición, el Pasado, la Raza, el Origen o lo Sagrado, los aparatos lingüísticos e icónicos que subyacen al fascismo y al neofascismo, al nazismo y al racismo.
Hadot nos muestra que Sócrates, partero de espíritus, permite responder a la pregunta de qué es filosofar, ayuda a su interlocutor a replegarse en sí mismo, a cuestionarse, es decir, a descubrir la conciencia. Sócrates no engendra nada, porque no sabe nada, pero propicia que otro pueda engendrarse a sí mismo. Invierte la relación entre maestro y discípulo mediante un procedimiento existencial que tanto Kierkegaard como Nietzsche han tratado de repetir. Para Kierkegaard, nos cuenta Hadot, el mérito de Sócrates consiste en haber sido un pensador sumido en la existencia, y no un filósofo especulativo que olvida lo que es existir. Es decir, Sócrates nos desvela la filosofía como forma de vida.