En los últimos años se ha hecho evidente que las crisis periódicas propias del capitalismo solo traen altos niveles de desempleo y desigualdad, desahucios y empobrecimiento, y una desestabilización política que afecta al conjunto de las instituciones. La irrupción de nuevos partidos, la desaparición o debilitamiento de los tradicionales y el renacimiento del nacionalismo son otros de sus efectos colaterales. Si a todo ello le sumamos la crisis ecológica, que pone de manifiesto que nuestras formas de producir, distribuir y consumir están destruyendo el planeta, el resultado es una tríada que sin duda está cambiando irremediablemente el mundo en el que vivimos.
Desde su publicación, Por qué soy comunista se ha convertido en una obra de cabecera para entender la influencia fundamental que las organizaciones socialistas han tenido en las conquistas de los derechos de la clase trabajadora. Pero también para combatir los tópicos, las frivolidades y las falsedades de la ortodoxia neoliberal. En esta nueva edición ―que se publica tras la salida como ministro de Alberto Garzón y de su despedida de la política activa― se incluye un amplio prólogo en el que el autor hace una reflexión sobre esos años y sobre el encaje, no siempre sencillo, entre la teoría y la práctica de la política.
Este libro es un símbolo de la cultura y las civilizaciones: en él conviven una multitud de historias para contarnos cómo ha evolucionado la humanidad, y lo hace centrándose en cincuenta obras cuya influencia ha sido clave a la hora de moldear percepciones y realidades, desde El príncipe de Nicolás Maquiavelo o El Quijote de Miguel de Cervantes hasta Breve historia del tiempo de Stephen Hawking o El segundo sexo de Simone de Beauvoir.
Este ensayo se convierte así en un asombroso viaje a través de distintos hitos históricos y literarios al tiempo que desgrana innumerables anécdotas y curiosidades fascinantes, como el hallazgo de las tablillas del Poema de Gilgamesh y cómo se llevaron a cabo su traducción y transcripción, o el análisis de la influencia de Homero en Shakespeare (e incluso en La guerra de las galaxias, según sugieren algunos).
Cuando uno estudia geografía, los países parecen concretos, sólidos y perfectamente ubicados. Pero, cuando uno hace zoom en el mapa, empiezan a aparecer fenómenos extraños:
Un pueblo con mil fronteras
Dos continentes separados por una cuerda azul
Una casa rural que invadió Portugal al ampliar la cocina
Un monte donde no pueden entrar mujeres (ni catalanes).