Todas las claves de la batalla cultural e ideológica en España.
En tiempos de máxima polarización, resulta especialmente valioso un análisis ponderado sobre las principales ideas y propuestas políticas que plantean los partidos políticos españoles en ambos lados del espectro. Como politólogo, Eduardo Bayón propone un desapasionado pero comprometido ensayo que recorre los principales y más recientes hitos de la política española. Lo hace con un notable esfuerzo de desmitificación y aclara aclaración ideas capitales como la libertad, la igualdad, la seguridad, el feminismo, la dupla juventud-rebeldía o la gestión de la economía.
Junto a las ideas, aborda asuntos como el consenso político, el sistema electoral español, la identidad nacional y territorial, el populismo o la crisis institucional y la desconfianza, además del fenómeno de los hiperliderazgos y la mediatización de la política. En definitiva, un completo recorrido por las cuestiones más candentes y disputadas de nuestro panorama político. Un libro importante y esclarecedor para cualquier lector interesado en el presente y en el futuro de nuestra vida en común.
Con Augusto acaba la República y se inicia el Imperio. Acaba el mundo antiguo y la civilización romana se hace universal, así comienza el mundo moderno.
Con el Imperio, la ciudadanía acabará dejando de ser un privilegio de una minoría opresora, a un derecho de nacimiento que integrará a todos por igual, y las viejas ciudades-estado como Atenas, Esparta, Cartago, o más tarde Roma, serán sustituidas por el concepto de nación.
El censo de Augusto fue el instrumento que operó esa revolución silenciosa sobre la que pivota indefectiblemente nuestra civilización occidental: la ciudadanía universal, con la nación como garante de los derechos y libertades inherentes a esa ciudadanía.
Y mientras esos gigantescos avances jurídicos y políticos, que cambiaron el mundo para siempre, empezaban a ponerse en marcha en tiempos de Augusto, en uno de los pueblos más alejados e insignificantes del Imperio, en Belén de Judea, nacía la primera persona de la que tenemos constancia histórica que formó parte de ese primer censo de Augusto: Jesús de Nazaret. ¿Casualidad?
Más allá de su función comunicativa, el lenguaje ha sido, a lo largo de las épocas, una marca social: un colectivo se ha distinguido del resto, entre otras cosas, por su forma de hablar. Así, la lengua ha contribuido a la diferenciación de clases, la autoafirmación de las élites y la construcción de identidades nacionales.
Desde la temprana Edad Media hasta la Edad Moderna, Peter Burke muestra en este libro las funciones sociales y políticas que el lenguaje ha cumplido en distintos ámbitos culturales representativos. Quién habla, cuándo, cómo y a quién se dirige el hablante son, nos dice Burke, circunstancias en sí significativas que nos dan tanta o más información sobre el contexto histórico de quienes hablan como el contenido de los enunciados que estos pronuncian. Asimismo, el silencio tiene un valor comunicativo propio, cambiante según las épocas, la posición social y los intereses que se persiguen.
Desde la popularización o el rechazo del latín, en tanto medio del discurso del poder, hasta la publicación entre los siglos XVII y XIX de manuales que enseñaban «el arte de la conversación», Peter Burke nos propone, en este lúcido ensayo, una verdadera historia del habla y del silencio.