Este escrito sintetiza muy bien las heterodoxias principales del filosofar nietzscheano, sus interrogantes a dos mil años de filosofía occidental, su cuestionamiento de Sócrates y Platón, de Spinoza y Kant, de Comte y Spencer. No son ocurrencias más o menos provocadoras, rabiosas o cínicas las que el libro contiene, aunque estén expresadas en poderosas fórmulas a veces desconcertantes, más bien condensan con hiriente precisión las consecuencias largamente meditadas de un pensamiento que reivindica el cuerpo y los sentidos, y que por eso mismo asesta golpes de martillo a los ídolos, a los falsos dioses a los que tantos sacrificios se les han ofrecido.
En este libro, tanto los filósofos y estudiosos de Nietzsche como los pedagogos, podrán encontrar una obra novedosa y prácticamente desconocida, pues son conferencias sobre el sistema educativo y los centros de enseñanza sobre lo que ellos tanto discuten continuamente.
Nunca el conocimiento había sido tan importante y a la vez tan sospechoso; nunca lo habíamos necesitado tanto y desconfiado al mismo tiempo de el; nunca habíamos depositado tantas esperanzas en el conocimiento como solución mientras se convertía el mismo en un problema. La ciencia es fuente de la máxima autoridad y siempre controvertida. Los expertos son para unos la tabla de salvación y para otros los destinatarios de todas las iras. Mientras hay quien espera que el conocimiento nos saque del error y la ignorancia, hay tambien quien teme que nos este conduciendo a los peores desatinos. No entenderemos la sociedad en la que vivimos si no damos una explicación adecuada de este extraño antagonismo, que ya no puede ser entendido a partir de la moderna contraposición entre la Ilustración y sus sombras, como un combate moral entre progresistas y reaccionarios, la clásica demarcación entre cuerdos y locos.