Desde hace una década vivimos la lenta despedida de la gran generación de la posguerra, la que protagonizó la Transición y que ha ocupado todos los ámbitos de poder (político, económico, cultural, mediático) durante los últimos cuarenta años.
Esta generación está siendo sustituida por los hijos y las hijas de la democracia. Es un cambio de personas, pero sobre todo de tiempo,del tiempo impreso en cada uno de nosotros. Es un cambio de valores, jerarquías y ritmos vitales. Es un cambio de experiencias vividas que transforma nuestra conducta y nuestra visión del mundo y de su funcionamiento. Y esto, a su vez, impacta de lleno en la política, en la relación de los individuos con ésta y en el papel que juega en la vida colectiva.
Estamos entrando en un mundo nuevo, que ha dejado atrás la seguridad y la lentitud para abrazar el cambio constante y la aceleración como valores dominantes de nuestra sociedad. Este es el tiempo del yo, un yo impaciente que circula por un escenario fragmentado y en medio de una gran confusión. Para aprender a manejarse en él, es preciso entenderlo, y para ello no hay mejor guía que este libro.
Fotografías fijas comienza con la imagen de una niña taciturna que en 1939, a los cinco años, deja atrás Praga en tren, con los rascacielos de Nueva York en el horizonte. A pesar de su escepticismo hacia las autobiografías al uso, en este libro Janet Malcolm dirigió su atenta mirada hacia su propia vida a traves de las fotografías y de las memorias que estas le evocaban. Sus primeros amores caprichosos, su fascinación por lo que podía significar ser una "chica mala" y las veladas en la vieja MetropolitanOpera House son algunas de las piezas que componen este retrato íntimo de una infancia neoyorquina que nunca perdió de vista el influjo de Europa. El libro profundiza tambien en su matrimonio con Gardner Botsford, en el círculo de TheNew Yorker y en el juicio por difamación que la llevó al banquillo y a convertirse en personaje de su propio drama.
Político comprometido, hábil orador, abogado y filósofo, Cicerón (106-43 a.C.) fue uno de los intelectuales y pensadores más influyentes de toda la latinidad. Concebido con afán pedagógico como una larga epístola dirigida a su joven hijo Marco, "Sobre los deberes" es una reflexión argumentada acerca de la actuación humana que resulta honesta, justa y conveniente en cada una de las situaciones de la vida, útil manual de comportamiento ético, hoy como hace veinte siglos, para todo el mundo en general, si bien sumamente recomendable para los que se ocupan en política. De ella se desprende que los principios del estoicismo -o, vale decir, el ejercicio de la virtud (integrada por la prudencia o sabiduría, la justicia, la fortaleza o valentía y la moderación)-, regido por la razón y el decoro, es lo que en conjunto proporciona al ser humano la felicidad, entendida como la satisfacción con el propio obrar. Traducción e introducción de Esperanza Torrego