«En nuestro continente dos países eslavos vecinos luchan entre sí; uno por restablecer una identidad idealizada y el otro por forjar su identidad del futuro.» Así define Pilar Bonet, una de las mayores expertas de las últimas décadas en los territorios soviéticos y postsoviéticos, por su larga experiencia como corresponsal y analista, la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania.
Sin constituir un manual de historia ni un ensayo sobre geopolítica, estas páginas arrojan luz sobre las raíces del conflicto. A partir de sus apuntes sobre el terreno, sus diarios y sus reflexiones, conversaciones y entrevistas, la autora construye un relato caleidoscópico cuyos protagonistas no son siempre personalidades de primera fila, sino también gentes anónimas que mucho tienen que decir sobre lo que está ocurriendo. Gentes que, con opiniones a menudo enfrentadas, son todas ellas «náufragos del imperio».
En definitiva, un libro que, además de fascinante, resulta imprescindible para entender una época de la historia europea, escrito por Pilar Bonet quien fue corresponsal en Moscú durante 34 años.
Recientemente galardonada con el premio Francisco Cerecedo de periodismo, el jurado destacó de Bonet “el rigor de sus informaciones, su capacidad de cubrir un territorio inmenso lleno de complejidades y su voluntad de comprender lo que les sucedía a sus habitantes cuando padecían distintos cataclismos”. “Su trabajo ha sido una gran ayuda para entender la guerra desencadenada por Vladímir Putin en Ucrania”.
Acelerada por la pandemia y los sucesivos confinamientos (ese gran experimento a escala global de un mundo sin contacto), la digitalización de nuestras sociedades avanza cada vez más rápido. ¿Realmente es posible que las nuevas tecnologías digitales ayuden a reducir nuestra huella de carbono y el colapso de los ecosistemas? Nada es menos probable. No podemos olvidar que el capitalismo funciona sobre la conocida y contradictoria base del crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos. Por ello, los reyes de Silicon Valley intentan presentarnos la ficción de una desmaterialización tecnológica que, según ellos, permitiría limitar el saqueo apocalíptico de la naturaleza al tiempo que sería capaz de satisfacer el apetito insaciable de los ciudadanos consumidores por el último modelo de smartphone y las nuevas actividades de ocio. Con una obra a medio camino entre el ensayo gráfico, la investigación periodística de urgencia y el relato autobiográfico, Squarzoni demuestra que esta ficción «ecologista» a favor de las innovaciones digitales (tal como nos la proponen a modo de solución milagrosa para el problema del calentamiento global las llamadas GAFAM: Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) es en realidad un discurso ideológico orientado a aumentar los beneficios económicos de las grandes empresas, así como su cuota global de poder y su dominio sobre nuestros datos personales. ¿Y por qué se trata de una ficción? Ante todo ―nos expone el autor combinando a la perfección ritmo narrativo, lucidez argumental y datos implacables― porque el consumo energético de las nuevas tecnologías digitales crece exponencialmente, al igual que la adquisición por parte de los usuarios de nuevos dispositivos, que además se ven incitados a reemplazar con frecuencia por modelos más recientes a causa de la obsolescencia programada y la omnipresente publicidad. Por otro lado, estos aparatos miniaturizados requieren enormes cantidades de materiales esencialmente no reciclables, y dependen de servidores informáticos, centros de datos y cables submarinos que también son muy contaminantes y consumen mucha energía. Una investigación demoledora que desvela la cara más oscura de esa supuesta desmaterialización de nuestras sociedades, alertándonos sobre sus consecuencias y lanzando una llamada final e inaplazable hacia la sobriedad feliz y elegida que nos permita formular nuevos modelos de existencia y nuevas formas de lucha para defender un futuro posible y para todos.
"Todos los argumentos que se emplean para impugnar la democracia, parten de una misma raíz: la supuesta necesidad del prejuicio y el engaño para reprimir la natural turbulencia de las pasiones humanas. Sin la admisión previa de tal premisa, aquellos argumentos no podrían sostenerse un momento. Nuestra respuesta inmediata y directa podría ser ésta: «¿Son acaso los reyes y señores esencial-mente mejores y más juiciosos que sus humildes súbditos? ¿Puede haber alguna base sólida de distinción, excepto lo que se funda en el mérito personal? ¿No son los hombres objetiva y estrictamente iguales, salvo en aquello en que los distinguen sus cualidades particulares e inalterables?» A lo cual nuestros contrincantes podrán replicar a su vez: «Tal sería efectivamente el orden de la razón y de la verdad absoluta, pero la felicidad colectiva requiere el establecimiento de distinciones artificiales. Sin la amenaza y el engaño no podría reprimirse la violencia de las pasiones». WILLIAM GODWIN"