Desde muy joven, Blondel recogía notas personales a modo de diario. Muchas de ellas se perdieron, siendo la primera que se conserva de 1881, cuando apenas contaba 19 años. Valor especial tienen los cuadernos que escribió desde el 24 de noviembre de 1883 hasta el 6 de noviembre de 1894, con 33 años recién cumplidos.
En estos cuadernos íntimos se levanta acta de una sociedad con la que el joven Blondel desea dialogar para superar malentendidos y buscar la verdad compartida. Pero sobre todo el lector va a conocer de primera mano una vida haciéndose, donde las circunstancias y los sentimientos personales, las creencias y las lecturas, las certezas filosóficas, los interrogantes y los hallazgos reflejan la complejidad de su personalidad y descubren las bases donde se asienta La acción (1893), obra que revolucionó el panorama de la filosofía francesa e influyó en la occidental a lo largo del siglo XX.
Nada tan prodigioso como asistir al nacimiento de un intento coherente de comprender el mundo, preguntarse por la propia existencia y relacionarse con Dios. Porque no otra cosa son estas páginas, donde la brillantez del intelectual se encarna en mil detalles que conforman una vida. De hecho, ninguna teoría que se precie puede desligarse de su creador sin quitarle, hasta vulgarizarla, ese hálito de vida que la hace única, palpitante y fecunda para las futuras generaciones de lectores.
Pedagogía Institucional es uno de los textos fundamentales del movimiento pedagógico del mismo nombre que tuvo su eclosión, en la década de los sesenta y los setenta del siglo pasado, en Francia. Un movimiento heterogéneo compuesto por diferentes personalidades que abordaron, con intensidad y pasión, el papel de las instituciones, no solo las educativas, en las sociedades de su tiempo. En este cometido, propusieron alternativas para atenuar o anular la alienación que el carácter burocrático de las instituciones generaba en los individuos y en los grupos. Michel Lobrot analiza en su texto, publicado por primera vez en 1966, las características de los sistemas educativos para avanzar hacia una autogestión educativa mediante la cual las personas puedan desplegar todas sus capacidades, ya que, habitualmente, quedan encorsetadas en los mecanismos de unas instituciones que fomentan la sumisión y limitan la creatividad y la libertad propias de la condición humana.
Este libro es una herramienta necesaria para analizar lo que está pasando en los últimos años con las políticas educativas y su repercusión en las prácticas escolares. Y se hace desde voces diversas, comprometidas con el cambio de las políticas conservadoras y muy autorizadas en la teoría y en la práctica educativa. Es palpable en el campo de la enseñanza que cuando gobiernan las políticas conservadoras y ultraconservadoras todos los actores del Sistema Educativo salen perjudicados excepto aquellos que consideran la educación como un gran negocio o con determinadas ideologías regresivas. Recordemos que se está haciendo con la innovación, la formación del profesorado, el trato favorable hacia la privatización de la educación, o los recortes en la educación pública dejando maltrechos los componentes estructurales educativos. Este libro trata de todo ello. Intenta analizar las políticas educativas y dar alternativas de cambio en la práctica educativa contando con voces de la pedagogía crítica y transformadora muy relevantes de Brasil, Estados Unidos, Portugal, Francia y España. Esto en un momento de crisis de la democracia, con los gobiernos populistas autoritarios y de tantas coaliciones con la extrema derecha. Una de las principales preocupaciones de aquellos que trabajan en el cambio educativo es que los sistemas educativos ofrezcan la movilidad social suficiente para que todas las personas puedan acceder, progresar y beneficiarse de la misma. Sin embargo, como vemos reflejado en este texto, vivimos en un sistema desigual, con unas instituciones escolares que privilegian y favorecen a las élites y castigan a los que tienen un estatus socioeconómico y cultural bajo. La meritocracia actual defiende el esfuerzo y el mérito, y determina la posición social de los niveles más bajos que encuentran un ascensor social estropeado. Tenemos esperanza y creemos que el espacio para desarrollar una educación democrática es la escuela publica, siempre que garantice la pluralidad de públicos heterogéneos, permita la participación democrática de la comunidad y la organización dirigida al bien común.