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EL NACIMIENTO DE LA CLINICA

¿Qué veía un médico, a mediados del siglo XVIII, cuando observaba la presencia de la enfermedad en el cuerpo del paciente? Sin duda, sus métodos y su discurso aún le debían mucho al mito, a las creencias y a la imaginación. A fines de ese siglo, sin embargo, la medicina experimentó un cambio radical: la fuente de la verdad médica pasa a ser el ojo atento, la percepción cuidadosa que registra manchas, irregularidades, durezas, color, adherencias. Esta vigilancia empírica, que nace con la Ilustración, se convierte en el nuevo principio que rige la relación con el paciente y que se presenta como garantía de exhaustividad y precisión. ‘El nacimiento de la clínica’, publicado en Francia en 1963, es un ensayo revelador acerca de la observación médica y sus métodos durante un breve pero fecundo período en el cual, en la práctica clínica, la mirada se tornó criterio de verdad y racionalidad. Hasta ese momento, el saber médico hablaba un lenguaje sin apoyo perceptivo. “El nuevo espíritu –explica Foucault– no es otra cosa que una reorganización sintáctica de la enfermedad, en la cual los límites de lo visible y de lo invisible siguen un nuevo trazo.” La enfermedad y aun la muerte, antes opacas, se ofrecen ahora ala claridad de la mirada. El libro aborda además dos temas centrales en la conformación de la clínica como ciencia: la reorganización del ámbito hospitalario y la adquisición, por parte del enfermo, de un estatuto propio en la sociedad. Constituye así un valioso esfuerzo por dilucidar no sólo el surgimiento de la medicina como ciencia, sino también el de una nueva experiencia de la enfermedad.
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PEDRO I. UN REY CASTIGADO POR LA H.(OF2)

Pedro I de Castilla fue un personaje histórico fascinante. Único rey castellano de ese nombre, la singularidad atraviesa buena parte de los años de su convulsa vida y es razón de una extensa historiografía petrista, además de textos y obras literarias. Su infancia estuvo marcada por la desatención que recibió de su padre, el rey Alfonso XI, que prácticamente abandonó a la reina María de Portugal para unirse a la concubina Leonor de Guzmán, con la que tuvo una prole de bastardos. Entre ellos, Enrique de Trastámara, que quitó la vida a Pedro I, en el fratricidio con que termina la guerra civil castellana. Un destacado cortesano, que conoció y participó en los acontecimientos, Pedro López de Ayala, escribió, además del Libro Rimado de Palacio, la crónica del rey don Pedro, con una relevante factura, tanto literaria como histórica, y fuente principal para el conocimiento del reinado. Las páginas de este libro se ocupan de la atractiva vida de Pedro I, con un primer acercamiento explicado por las revelaciones de los estudios de sus restos mortales y las últimas voluntades de su testamento, hecho en 1352. A la crónica de López de Ayala, y al propio cronista, que fue canciller de Castilla, se presta especial atención elaborando un atrayente análisis del tiempo y del reinado de Pedro I, en la Castilla de mediados del siglo XIV con los sucesivos y fallidos matrimonios del rey, además de su cohorte de amigas, así como su descendencia, hecha legítima en algunos casos y bastarda en bastantes otros. Las sanguinarias muertes, atribuidas a la crueldad del rey, explican la realización de un detallado memorial de las mismas. Y el regicidio, justificado como tiranicidio, que llevaría a un cambio de dinastía y, algunos años después, a la institución del Principado de Asturias. Montero Alcaide incorpora a esta magnífica obra transcripciones de indudable valor, con una final colección de apéndices que aporta un valioso conjunto de textos sobre el reinado de un monarca no solo ambivalente, con su opuesta condición justiciera y cruel, sino tocado por una singularidad fascinante.
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MINIMA MORALIA

Vigilando el ascenso de la extrema derecha y admirando la sexualidad, ojeando unas páginas de poética francesa o contemplando el diseño de interiores, viendo las narraciones del cine y descubriendo el espíritu de la infancia, escrutando los discursos y creencias de la astrología o atisbando el trasiego en los hoteles: siempre que Theodor W. Adorno dirige su mirada hacia cualquier arista de la realidad, consigue transformarla, destilando de ella un pequeño fragmento con el que poner en marcha el pensamiento. En Minima moralia, texto a medio camino entre el ensayo y lo literario, Adorno nos enseña su lúcida escritura, en la que el pensar resulta indisoluble del vivir, y nos desvela su mejor y más elevado legado crítico: el arte de resistir.
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