La posguerra fría comenzó con la promesa de un mundo donde la lucha contra los desafíos transnacionales, la globalización económica y la expansión de valores universales se impondrían a dinámicas tradicionales como la competición entre grandes potencias y el equilibrio del poder. Estas promesas no se cumplieron. A la globalización económica le sucedió el fenómeno de la desglobalización, que supuso la reducción de la interdependencia económica y política entre sus actores. La primacía de los desafíos transnacionales ha dado paso al retorno de la geopolítica, y la hegemonía estadounidense a una estructura multipolar que ha devuelto la competición entre grandes potencias, particularmente entre Estados Unidos y China, al centro de la agenda.
Esta obra analiza las principales características de este sistema internacional competitivo. Expone su evolución histórica, sus dinámicas clave y sus principales protagonistas, centrándose específicamente en las grandes potencias. Sin olvidar el análisis de sus principales escenarios regionales de competición y conflicto.
Durante las últimas dos decadas se ha librado una batalla ideológica por el legado político y el simbolismo cultural de los piratas de la edad de oro que vagaron por los mares entre las islas del Caribe y el Oceano Índico entre 1690 y 1725. Se los describe como villanos románticos por un lado y como autenticos rebeldes sociales por el otro. Bajo la bandera pirata de Gabriel Kuhn examina el significado político y cultural de estos forajidos nómadas relacionando los relatos históricos con una amplia gama de conceptos teóricos: desde Marshall Sahlins y Pierre Clastres hasta Mao-Tse Tung y Eric J. Hobsbawm a traves de Friedrich Nietzsche y Michel Foucault. Se analizan y contextualizan los significados de raza, genero, sexualidad y discapacidad en las comunidades piratas de la edad de oro, así como las formas de organización, economía y etica de los piratas.
George Orwell percibió hace muchos años que quienes amenazan nuestros derechos y libertades anhelan expropiar también nuestro lenguaje. La corrección política, versión posmoderna del totalitarismo, es, efectivamente, lo más parecido que hemos visto al siniestro Ministerio de la Verdad que imaginó en 1984. Ya no es el pueblo el que decide qué pensar y qué decir, sino que una élite ilustrada se lo impondrá desde el poder político, la educación, la cultura y los medios de comunicación. Pretenden establecer ellos por su cuenta una “nueva normalidad”, nada menos. En su Diccionario incorrecto de la nueva normalidad, Carlos Rodríguez Braun desafía los bulos del pensamiento único y nos invita a que resistamos frente a las opresivas, pacatas y ridículas pretensiones uniformizadoras de la casta gobernante.