La novela biográfica El ángel rojo cuenta la historia de Melchor Rodríguez García, delegado especial de prisiones de la II República española. Sevillano de nacimiento, Melchor Rodríguez fue un anarquista que prefería «morir por las ideas, nunca matar por ellas», y que demostró gran humanidad en la guerra civil española, salvando la vida de numerosos enemigos. Mientras en el lado franquista se exacerbaba la represión, Melchor lograba imponer el orden en la retaguardia republicana, parando las sacas de las cárceles, los paseos y los fusilamientos. Nombrado después concejal del Ayuntamiento de Madrid, le cupo la triste tarea de hacer entrega del consistorio a las tropas vencedoras a finales de marzo de 1939. Condenado por el nuevo régimen, cumplió cinco años de una condena de veinte. Hasta el final de sus días siguió siendo libertario. En total, Melchor estuvo 34 veces en la cárcel con la monarquía, la república y el franquismo. Su entierro, en febrero de 1972, consiguió unir a dos Españas irreconciliables: anarquistas y miembros del régimen que él había salvado en la guerra.
Publicados póstumamente, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio no son sólo la obra de teoría política más ambiciosa de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), sino también un libro combativo y militante que, escrito entre 1513 y 1520 en el ostracismo político, alienta el propósito de servir de instrumento para edificar el futuro inmediato, con la perspectiva de una república italiana con centro en Florencia. Sin entrar en contradicción con El Príncipe, que se ocupa de la formación de los estados o de su reforma en situaciones de crisis, esta obra de madurez defiende la superioridad de la república en relación con valores tales como la libertad, el bien común, la igualdad, el respeto a la ley o el patriotismo.
"El óxido del cielo" hilvana con una aguja invisible literatura de viajes, novela, ensayo antropológico, poesía... El narrador es espectador privilegiado de la magia que encierra la vida de sus protagonistas, de un paisaje y una cultura que desaparecen silenciosamente ante nuestros ojos. Alejandro López Andrada da voz a la naturaleza y a los habitantes de un mundo rural ya lejano, que permanece en un rincón deshabitado de nuestra memoria. Asimismo, levanta acta del lento pero irrefrenable ocaso de una actividad que en tiempos resultó esencial, como es la minería.