Los "Protocolos de los Sabios de Sión", grotesca falsificación nacida en el extraño mundo de agentes contrarrevolucionarios y pseudomísticos que floreció durante los años de decadencia del imperio zarista, se componen de una serie de actas en las que el miembro de un supuesto gobierno secreto judío mundial expone los planes conspiratorios de la implacable secta para lograr la dominación del planeta. Este difuso, tortuoso e ilógico texto realiza una crítica del liberalismo, explica los mecanismos de la siniestra conjura y describe las características del futuro Estado mundial regido por un soberano de la Casa de David. Pese a su contenido demencial, esta burda patraña daría la vuelta al mundo, en especial a partir de 1920, fecha de su divulgación general fuera de Rusia, y se convertiría en una justificación del genocidio que el nazismo perpetró contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. En este texto de referencia Norman Cohn investiga los turbios orígenes y los mecanismos de difusión de ese gigantesco fraude a fin de explicar el papel que este mito desempeñó como coartada de algunas de las explosiones más notables de barbarie del siglo XX.
Son «aventuras de interpretación personal y espiritual», una «intuitiva aproximación a un pensador que es a la vez sutil, entretenido, provocativo y no fácil de captar». Lejos de cualquier intención apologética, Merton quiere trasladar el temperamento filosófico de Chuang Tzu, que se caracteriza por su intento singular de penetrar el corazón de las cosas. Una aprehensión de la realidad que se ofrece en forma de meditaciones y poemas, de historietas, fábulas y anécdotas que, teñidos de humor y de ironía, constituyen una antología del pensamiento que corría por los círculos taoístas en los siglos IV y III antes de Cristo.
Escrito literalmente intempestivo, la Ética de Baruj Spinoza (1632/1677) ha ejercido siempre, desde antes incluso de ser entregada a las prensas, una fascinación en verdad obsesiva. Para mal como para bien. Las posiciones que en ella se defienden, extrañas al sentido filosófico común de su tiempo —y todavía del nuestro—, han suscitado a la vez el más violento rechazo y la más rendida admiración. Pero quizás no tanto una comprensión cabal de sus envites. Todo lector de la Ética ha sido, sigue siendo, el lector de una filosofía por venir.