El origen de la palabra samurái 侍 cuyo significado es ‘aquel que sirve’, data del siglo VIII, si bien el inicio como clase social surge en el siglo X y se consolida en 1185 tras la victoria del clan Minamoto frente al clan Taira. Sin embargo, tendrían que pasar tres siglos, hasta el período Sengoku (1467-1568), para que estos leales caballeros al servicio de sus daimyo, vivieran su momento de máximo esplendor. En la época más violenta y caótica de la historia de Japón, su pericia y habilidad con las armas era tan necesaria como imprescindible para conquistar nuevos territorios, defender los propios y vencer en batallas y guerras. Pero los samuráis o bushi no solo eran expertos jinetes con extraordinario dominio del arco y la espada, también poseían una refinada educación y se regían por un estricto código ético y de honor cuya aplicación se convirtió en los pilares centrales de su modo de vida, que forma parte en la actualidad, del carácter y filosofía del pueblo japonés. Este libro reúne los tres códigos esenciales de la clase samurái: Go-rin no sho
samurái, La mera mención de esta palabra, pronunciada y transcrita de forma exacta en cualquier idioma ma, basta para despertar el imaginario popular: héroes con armaduras lacadas y hatanas al costado, imbuidos por el buskido, el código del honor. Porque, desde que su figura traspasó las fronteras, Occidente ha sentido una poderosa atracción por el guerrero japonés, enblema de la singularidad del país y ave fénix de un Estado que resurgía de las cenizas de un ataque nuclear. Y este entusiasmo se ha visto alimentado, además, por una gran cantidad de obras cinematográficas y literarias
Una revisión de la Historia termina por arrojar siempre un puñado de nombres propios que han influido sobre su propio transcurso; el de san Ignacio de Loyola es, indudablemente, uno de ellos. A él se debe la fundación de la Compañía de Jesús, cuya misión intelectual y formativa se impulsa con fuerza, desde su aprobación en el 1540, hasta la actualidad. No menos importante, de la mano de la fundadora de la orden de los Carmelitas Descalzos, santa Teresa de Jesús, fue su papel en la Contrarreforma, que supuso un auténtico desafió al statu quo dominante en el momento y que implicó la preparación de la Iglesia para la modernidad, razón por la que san Ignacio hubo de enfrentarse, engrosando su ejemplaridad, a todo tipo de oposiciones y adversidades: las propias de quienes emprenden una revolución. Partiendo de sus hitos vitales como hilo conductor, el lector atento hallará, a lo largo de estas páginas, nuevas lecturas de la figura y obra de Ignacio, recogidas a lo largo de una serie de conferencias dictadas en Córdoba entre el 22 y el 25 de junio de 2022, con motivo del 500 aniversario de la conversión del santo, cuya luz sigue disipando cuando se cumplen cuatrocientos años de su canonización por el papa Gregorio XV y cien desde que Pío XI lo declarara patrono de los ejercicios espirituales las sombras que se siguen cerniendo en ocasiones sobre el sendero que conduce hacia la claridad.