Uno de los objetivos fundamentales de esta obra, que alcanza su octava edición, es intentar enseñar a redactar escritos relacionados con los procesos judiciales. No se trata de un libro de formularios, aunque contenga un capítulo dedicado a modelos procesales civiles y otro a modelos procesales penales. A lo largo de los diversos capítulos que componen la obra se va desmenuzando cada una de las partes y de los elementos que forman el cuerpo de los escritos tanto de parte como del órgano judicial, explicando el porqué de cada uno de ellos. El resultado pretendido es que el lector, tras su lectura, sea capaz de redactar, no un escrito concreto, sino cualquier escrito procesal. Pensado para alumnos de cualquier tipo de estudios jurídicos, la obra es igualmente útil para letrados noveles o, simplemente, para cualquier persona interesada en preparar un escrito dirigido a un juzgado. El trabajo se completa con los dos formularios indicados, unas referencias a las actuaciones orales y una visión de los procesos civiles y penales más habituales en forma de esquemas.
Esta es la historia jamás contada de cómo una pequeña isla en medio del Atlántico ha dado forma al mundo durante siglos. La historia de Islandia comenzó hace mil doscientos años, cuando un frustrado capitán vikingo y su inútil navegante encallaron en medio del Atlántico Norte. De repente, la isla dejó de ser una simple escala para el charrán ártico. En su lugar, se convirtió en una nación cuyos diplomáticos y músicos, marineros y soldados, volcanes y flores alteraron silenciosamente el globo para siempre. Cómo Islandia cambió el mundo lleva a los lectores a un viaje por la historia, mostrándoles cómo este país desempeñó un papel fundamental en acontecimientos tan diversos como la Revolución francesa, la llegada a la Luna y la fundación de Israel. Es la apasionante narración de cómo una humilde nación puede verse envuelta una y otra vez en la primera línea de la historia, dando forma al mundo tal y como lo conocemos.
«Siempre tengo sed. Cuando bebo agua no pasa nada solo me hago pis. Cuando bebo alcohol pasan cosas. Cuanto más bebo más cosas pasan. Beber hasta caer en compañía, es una atracción, como subirte con amigas en una montaña rusa. El único momento de la semana en que me puedo dejar llevar. Caer. Caer en compañía a un abismo divertido. Bebemos hasta caer porque confiamos en tener alguien que nos sostenga o porque sabemos que no hay nadie para sostenernos. Es un juego. Peligroso».