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EL CASTILLO DE LOS ESCRITORES

Probablemente nunca se han reunido bajo un mismo techo tantos escritores de prestigio internacional como durante los juicios de Núremberg de 1946-1949, cuando se decidió albergar en el Castillo de Faber -perteneciente a la familia detrás de la famosa marca de lápices Faber-Castell- a los autores y periodistas internacionales que venían a informar sobre aquel juicio a las atrocidades de la guerra y el Holocausto. El castillo se convirtió en un lugar de frenética actividad periodística, pero sus huéspedes también convivieron, discutieron, bailaron, se desesperaron y bebieron (algunos hasta el delirium tremens). Entre aquellos escritores, muchos de ellos aún poco conocidos, estaban Erich Kästner y Erika Mann, John Dos Passos y Martha Gellhorn, Augusto Roa Bastos, Victoria Ocampo y Xiao Qian. Como corresponsales de distintos medios, miraron a la cara a los criminales en el tribunal, fueron testigos del empleo de la más moderna tecnología (como la interpretación simultánea a todos los idiomas) y trataron de encontrar las palabras para narrar lo inenarrable, para hacer conocedor al mundo de aquel horror sin precedentes. En el microcosmos del castillo Faber tuvieron lugar encuentros de antiguos exiliados con supervivientes del Holocausto, comunistas con representantes de grupos mediáticos occidentales, reporteros de primera línea con extravagantes y reputados reporteros. Dormían en catres y se reunían en el bar, el salón, la sala de juegos y el cine que los aliados habían instalado en aquel albergue global. Juntos se asomaron al abismo de la historia y reflexionaron sobre la culpa, la expiación y la justicia, algo que los cambió y cambió su escritura para siempre.
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EL CENSO DE AUGUSTO

Con Augusto acaba la República y se inicia el Imperio. Acaba el mundo antiguo y la civilización romana se hace universal, así comienza el mundo moderno. Con el Imperio, la ciudadanía acabará dejando de ser un privilegio de una minoría opresora, a un derecho de nacimiento que integrará a todos por igual, y las viejas ciudades-estado como Atenas, Esparta, Cartago, o más tarde Roma, serán sustituidas por el concepto de nación. El censo de Augusto fue el instrumento que operó esa revolución silenciosa sobre la que pivota indefectiblemente nuestra civilización occidental: la ciudadanía universal, con la nación como garante de los derechos y libertades inherentes a esa ciudadanía. Y mientras esos gigantescos avances jurídicos y políticos, que cambiaron el mundo para siempre, empezaban a ponerse en marcha en tiempos de Augusto, en uno de los pueblos más alejados e insignificantes del Imperio, en Belén de Judea, nacía la primera persona de la que tenemos constancia histórica que formó parte de ese primer censo de Augusto: Jesús de Nazaret. ¿Casualidad?
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EL CERCO DE MARIUPOL

En un invierno del siglo XXI, cuatrocientos cincuenta mil habitantes de una moderna ciudad europea descubren que la guerra existe fuera de las series de Netflix y aún se parece a las de la Edad Media. Una violencia inesperada y despiadada corta el suministro de comida, agua y electricidad; la calefacción, la conexión a internet, la red móvil… y, por supuesto, mata. Algunos huyen, otros se quedan, otros luchan y otros mueren, pero todos cambian, profundamente y para siempre. Esta es la verdadera novela de Mariupol, la ciudad erigida en el símbolo de la resistencia ucraniana, contada por quienes la vivieron. Andrea Nicastro retrata personajes arquetípicos de ambos bandos de la guerra; las historias de todos ellos se entrecruzan entre las ruinas de la ciudad sitiada por los rusos en un crescendo de destrucción psicológica, moral y física al mismo tiempo. Historias reales que el autor conoció en los días del asedio, pero también extraídas de diarios inéditos, entrevistas y encuentros con supervivientes que dan forma a un relato coral. En las páginas de El cerco de Mariupol resuena el estruendo de las bombas, se vive la espera en los refugios, acecha la brutalidad de los combates, pero también emergen la vitalidad y la generosidad que hicieron posible resistir. Este es un libro que habla del horror intemporal de la guerra y saca a la luz el carácter de una humanidad obligada, en la adversidad extrema, a descubrirse cobarde y valiente, inmoral y heroica.
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