Esta última obra de Françoise Dolto es a la vez su testamento y uno de sus mejores trabajos. La célebre psicoanalista le imprimió, como siempre, su genio, su inteligencia visionaria y su generosidad de mujer y de madre.
Escrita desde la misma perspectiva y con el mismo método que La causa de los niños, ofrece una síntesis de informaciones, testimonios, experiencias, consejos y propuestas que permitirán a todos los padres y madres y educadores dar un nuevo giro a su diálogo con los más jóvenes. Así, temas como la huida del hogar, el suicidio, la droga, el fracaso escolar o la sexualidad dejan de ser tabúes para convertirse en un estimulante objeto de debate.
Dolto habla sobre los derechos y los deberes de los adolescentes y nos invita a penetrar en el universo de los chicos y chicas que tienen entre 10 y 16 años. Se trata de un último combate para ceder la palabra a aquellos que todavía no la tienen e introducir como objetivo prioritario, en el marco de una crisis general de la educación, el respeto tanto por uno mismo como por los demás.
Francis Bacon advirtió de que los hombres que han alcanzado altas posiciones acaban siendo extraños a sí mismos. Consideraba que a la ardua ascensión de los poderosos seguía inevitablemente un eclipse que derivaba en «cosa melancólica», pues resulta muy difícil resignarse a la vida privada y al retiro. Montaigne confesaba en sus ensayos que en su dedicación a los otros, a la política, no pudo evitar apartarse de sí mismo.
¿Por qué tantos hombres de sabiduría se han metido en política?, se pregunta el autor, en clara alusión a su propia expenencia.
Casi todos los intelectuales han fracasado en este empeño: Platón frente a la Corte de Dionisio II en Siracusa; Aristóteles frente a Alejandro; Cicerón frente a Marco Antonio; los intelectuales que sostuvieron la Segunda República frente a la barbarie fascista y los estalinistas.
Pero a pesar de la plena dedicación al servicio público como un deber hacia los demás, debe primar una exigente alerta con el fin de no perder la autonomía de acción, la libertad de opinión y la capacidad de retirarse en cualquier momento para cuidar del alma y de sí mismo.
Este volumen recorre algunos de los momentos clave de la historia de la dificil relación entre el poder y la cultura, ofreciendo un análisis equilibrado, incisivo, valiente y esclarecedor. Supone una reivindicación clara de lo que nunca debiéramos dejarnos arrebatar, guiada por la convicción de que es precisamente en la educación y la cultura donde residen las únicas garantías del nuevo e indispensable renacimiento.
Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.