Desde hace mucho tiempo, la historia de la literatura se asienta sobre dos graves supersticiones: la de la autoría y la de la materialidad de la obra. El desafío borgiano a estos prejuicios nos permite descubriruna genuina obra subterránea perdida en sus propios textos: la Eneida.Sin temor a exagerar, este texto oculto va más allá de la mera lectura o del vago recuerdo, pues explicay justifica la poética borgiana. Se trata de la obra que Borges quiso volver a escribir, como si él mismofuera el Menard de su ficción.
De entre los diferentes fantasmas que acechan el Estado de Derecho y las democracias, la fragmentación política se erige como uno de los más significativos en nuestro actual panorama. Es muy normal escuchar con asiduidad en los medios de comunicación sobre la deriva fragmentada que ha tomado la esfera política de nuestro país y de otros países vecinos. Políticos, juristas, académicos, expertos debaten sobre cuáles han sido los condicionantes que nos han llevado hasta aquí y cuáles son las consecuencias de esta situación. Todo ello se encuadra dentro de la trayectoria que desarrollan los partidos políticos como eje central de nuestra organización constitucional. Ya desde finales del siglo XIX, el protagonismo de los partidos fue palpable y éste no ha dejado de aumentar a lo largo de las décadas y de los siglos. Ni siquiera la irrupción del 15-M y la aparición de las «nuevas» formaciones políticas acabó con el sistema de partidos heredado del Estado social de Derecho. La influencia de éstos irradia no sólo el itinerario de las instituciones del Estado sino también el día a día de la ciudadanía. Por eso, es indispensable conocer cómo funcionan y cómo actúan estas asociaciones para poder entender la fragmentación política. De ahí que esta obra se dedique, en primer lugar, a profundizar en cómo todas estas cuestiones afectan al poder judicial, a la Unión Europea o a las minorías parlamentarias, en definitiva, al propio concepto de Estado de Derecho y al concepto de democracia. Todo ello para adentrarse después en el análisis de la ley de partidos políticos que se aprobó en España en el año 2002, hace más de veinte años, y que introdujo importantes novedades en nuestro país.
La era del progreso, a todos los efectos, ha terminado. Frente a la crisis climática, la raza humana necesita repensar todo.
La comunidad empresarial, el gobierno, el mundo académico y el público en general han comenzado a hablar de «resiliencia» a raíz de la pandemia del COVID y el cambio climático, pero nadie puede asegurar todas las maneras en que esta transformación fundamental afectará a nuestras vidas. Lo que podemos afirmar es que la era del progreso, dominada por el dogma de la eficiencia, ha de dar paso a la era de la resiliencia, en la que la adaptabilidad sea la nueva máxima.
Por fortuna, una generación más joven ha comenzado a extender el impulso empático más allá de nuestra propia especie para incluir a nuestros semejantes, todos los cuales son parte de nuestra familia evolutiva. Ahora es posible que nuestro largo viaje finalmente nos lleve de regreso a casa.