La invención del poder echa por tierra el pensamiento convencional acerca de la cultura, la religión y la raza de Europa, y presenta una convincente y novedosa visión que resuelve uno de los grandes enigmas de la historia: ¿por qué Occidente se convirtió en la civilización más poderosa?
La excepcionalidad occidental ―la idea de que las civilizaciones europeas son más libres, más ricas y menos violentas― es una poderosa noción política ampliamente extendida. Ha sido el origen de la paz y la prosperidad de diversas sociedades, pero también la causante de los estragos y la limpieza étnica en otras.
La ira es tan sólo un instrumento o un arma en manos más calculadoras. Un pueblo en armas es una fuerza, pero no piensa. Como mucho opina. Y la opinión es cosa fácil de construir. La ira no produce cambios, la ira es mercenaria. Sirve a quienes más la excitan. La necesaria rebeldía de Medea contra el orden social establecido –o lo que llamaríamos ahora lo «políticamente correcto»– y contra sus propios impulsos naturales, y la actividad de un principio como el de la diosa Kālī que sustenta, en el orden simbólico, la cíclica construcción y destrucción del universo de las formas son, si las comprendemos bien, dos ejemplos inmejorables del poder femenino que necesitamos activar para adelantarnos a lo que ha de venir y evitar así un desastre mayor. Podemos invertir los papeles, sin duda. Pero ¿de qué sirve reemplazar los ingredientes si el caldo está podrido? Lo que necesitamos ahora no es una simple inversión, sino una auténtica transformación, un cambio de paradigma que abarque todos los ámbitos.
Según Guillermo del Valle, existe una doble amenaza que poco a poco ha ido destruyendo a una izquierda española cada vez más alejada de sus valores. Por un lado, el fundamentalismo de mercado que se ha inmiscuido hasta tal punto en los partidos progresistas que cuesta distinguir su discurso del de la derecha. Todo ello al mismo tiempo que la amenaza de la economía digital se cierne sobre millones de trabajadores, que el capital sigue concentrándose y que las desigualdades acrecentándose. Y por el otro lado, el identitarismo, un individualismo extremo que se empecina en sacralizar todas y cada una de las identidades que afloran en el mundo, sean religiosas, tribales, irracionalistas, o la peor de todas y más común en nuestro país, el nacionalismo.
Este libro es ante todo una crítica a la izquierda desde la propia izquierda, un ensayo que señala las contradicciones persistentes en las que caen los partidos progresistas españoles y que, con argumentos sólidos, aboga por nuevos planteamientos que devuelvan a la socialdemocracia hacia la senda de la libertad y de la igualdad.