Hubo una vez en la que todos los caminos llevaron a Roma, ahora llevan a Pekín.
Peter Frankopan, que revolucionó nuestra visión de la historia con El corazón del mundo, explora en este nuevo libro los cambios que se están produciendo en el presente y que auguran una futuro distinto, en que todos los caminos apuntan al auge de una Asia dotada de inmensos recursos naturales: se calcula que contiene el 70% de todas las reservas de petróleo del planeta y el 65% de las de gas natural. No son tan solo los recursos, sin embargo, sino la ambición de futuro de los dirigentes de estas nuevas rutas de la seda lo que apunta hacia un mundo distinto a aquel en que hemos vivido en los últimos tiempos: un mundo que este libro nos ayuda a prever y entender.
En las últimas semanas de 1847 vieron la luz en Copenhague estos «discursos edificantes», que buscaban explorar el fondo más profundo en el que se asienta el cristianismo: Dios como amor absoluto. La existencia humana puede, de algún modo misterioso, participar de la trascendencia a través del amor, ámbito por completo distinto del mundo, el tiempo y las vicisitudes egoístas en las que se mueve la vida de los hombres. En último término, sólo hay una alternativa: vivir la existencia de espaldas o delante de la eternidad. Y quién se atreve a vivir ante Dios experimentará en su espíritu, aún de manera deficiente, el exceso de amor que lo rodea, en el que se mueve y por el que existe.
Entre las palabras y las cosas, ¿hay una correspondencia esencial, o puede haber cosas que tengan lugar en un espacio distinto del de las palabras? ¿Bajo qué orden las ciencias humanas pensaron las cosas desde el Renacimiento? ¿Era la representación el fundamento de ese orden? ¿Qué papel desempeñaron los nombres, el discurso, el lenguaje, en esa arquitectura?
La publicación de esta obra en 1966 consagra a su autor como uno de los intelectuales más originales de su época. Aquí Foucault aborda estos interrogantes y concluye que entre esas dos regiones tan distantes –las palabras y las cosas– existe un quiebre, un vacío, un confuso dominio, y que es por la naturaleza de ese desencuentro que las certezas y verdades supuestamente permanentes van cambiando a lo largo de la historia.
Las palabras y las cosas es una arqueología de lo contemporáneo, ya que las ciencias humanas son caracterizadas aquí fundamentalmente como prácticas e instituciones, y el conocimiento, como el resultado de un sistema de reglas que son propias de cada época y no del progreso de la razón.