La locura -dice Andrew Scull- es algo que nos asusta y que nos fascina, algo que obsesiona la imaginación del hombre y cuyos estragos están expuestos a la vista de todos. Es un témiino, por otro lado, que incomoda a unos y a otros, y un estado alrededor del cual ha crecido toda una industha dedicada a su gestión y su eliminación. En este libro transversal, Scull -uno de los autores más respetados internacionalmente en el estudio de las raíces históricas de los problemas mentales- examina la variada respuesta ante la locura a lo largo de los siglos en los ámbitos social, histórico y cultural, explorando de forma provocadora y amena la enfermedad mental a lo largo de más de dos milenios. El lector hallará en él, en suma, una breve y crítica historia de la Psiquiatría: una síntesis completa que atraviesa muchos campos del saber (literatura, arte, sociología y medicina) y que muestra de forma luminosa al curioso, al estudiante o al profesional los orígenes y los claroscuros de esta disciplina.
Con rapidez inusitada, las nuevas tecnologías están transformando sustancialmente nuestros hábitos. La relación de los seres humanos con las máquinas es cada vez más íntima y dependiente, y la Tierra, un planeta cada vez más cibernético. La implantación del sofisticado sistema de redes inalámbricas de quinta generación (5G), mucho más veloces, pretende ofrecernos un omnipresente internet de las cosas y la integración de la realidad virtual en nuestras vidas, pero entraña una considerable radiación electromagnética invisible en toda la naturaleza viviente. Este desafío sin precedentes para la vida humana y natural se está desarrollando sin ningún tipo de consciencia moral ni espiritual, con el único fin de obtener beneficios y dominar el mundo. Tras analizar pormenorizadamente este inquietante contexto, Jeremy Naydler concluye que sólo reafirmando los valores esenciales de lo humano y de la naturaleza, como esencia de la vida, podremos hacer frente a un futuro cada vez más incierto.
El liberalismo fue, durante algunos años y en algunos sitios, una doctrina capaz de dar una visión del mundo y de sugerir vías de acción; si hoy ha perdido su relevancia como -ismo, esto no es cierto, en cambio, para el adjetivo liberal. En esta obra concisa y conmovedora, Michael Walzer defiende lo liberal como un inventario de sensibilidades y valores esenciales para una política decente que no deja de ser compatible con una gran variedad de posiciones y doctrinas políticas, como el nacionalismo, el socialismo o el feminismo. Como todo adjetivo, escribe Walzer, no determina quiénes somos, sino cómo somos quienes somos. Ser liberal implica el rechazo de toda crueldad, uncompromiso con la igualdad y una apertura al pluralismo y a cierto grado de escepticismo e ironía. Ser liberal exige pensar con matices, no con contrastes.