Una guía práctica a través de las enseñanzas del filósofo estoico séneca para una vida buena.
El estoicismo, la filosofía más influyente del Imperio romano, ofrece formas refrescantemente modernas de fortalecer nuestro carácter interior frente a un mundo impredecible. Ampliamente reconocido como el escritor más talentoso y humanista de la tradición estoica, Séneca nos enseña a vivir con libertad y propósito.
En El arte de vivir como un estoico, el académico David Fideler extrae las obras clásicas de Séneca en una serie de capítulos y explica con claridad sus ideas sin simplificarlas demasiado. Disfrutado mejor como un ritual diario, como una taza de café energizante, la sabiduría de Séneca nos proporciona un flujo constante de consejos probados en el tiempo sobre la condición humana, que no ha cambiado mucho en los últimos dos mil años.
Todo placer y todo sufrimiento tienen un origen mental y, salvo la religión, no hay nada que pueda aportarnos una satisfacción final y permanente. Cada religión ha encontrado su propio método para procurar la felicidad, pero todas coinciden en que el mayor placer de todos y, por naturaleza, el definitivo, son los ejercicios espirituales.
En El arte del budismo tibetano, el xiv dalái lama nos presenta, de manera sencilla y accesible para todos, una introducción a esta religión en la que descubriremos las enseñanzas, las prácticas y la filosofía del Maestro Buda para ayudarnos a alcanzar la iluminación.
Una obra de una transparencia ejemplar para cualquiera que desee conocer y empezar a practicar dicha disciplina.
Nuestro desasosiego ante la sobrecarga informativa no es un fenómeno nuevo. Mucho antes de la llegada del mundo digital e internet, nuestros ancestros lectores experimentaron con inquietud los efectos de la acumulación infinita de libros y escritos. Pero junto a la tradición que desea aumentar siempre las colecciones de la biblioteca hay otra, menor y subversiva, que advierte de los peligros que corremos de vernos sepultados por el pasado.
Desde Petrarca hasta Voltaire, pasando por los primeros filólogos, los enciclopedistas barrocos, los revolucionarios franceses, y Montaigne, los protagonistas de este ensayo presentan rasgos contradictorios. Aquí, las vanguardias y los antimodernos sellan el pacto contrario al de Fausto: en lugar de entregar su alma a cambio de un conocimiento ilimitado, se explora la idea de cómo ponerle un límite al deseo de saberlo todo. Armados con tijeras, estos lectores fabrican bibliotecas portátiles y otras formas abreviadas, ligeras y móviles del saber con el objetivo de sacar el conocimiento de las estanterías polvorientas y practicar un verdadero humanismo transformador. Su arte de la reducción nos recuerda que a la barbarie se llega tan pronto por la falta de libros como por su sobreabundancia.
Con el desmoronamiento de los imperios europeos en el siglo XX, las estructuras de poder que habían dominado el mundo durante los dos siglos anteriores tuvieron que reinventarse. Sin embargo, en lugar de un renacimiento de la democracia, lo que se produjo fue un golpe de Estado sigiloso: el imparable ascenso del poder corporativo mundial. El asalto silencioso, resultado de un exhaustivo trabajo de investigación llevado a cabo por las periodistas Claire Provost y Matt Kennard, expone esta reconfiguración del poder hasta en 30 países. Una guía explosiva del auge de un imperio corporativo que dicta cómo se asignan los recursos, cómo se gobiernan los territorios y cómo se define la justicia.
A partir de un trabajo de campo que no salió a buscar libertarios sino que los encontró y supo escucharlos, en este libro se explican sus vasos comunicantes con las derechas tradicionales, así como su cuota de novedad: sostienen posiciones antiestatistas y anticasta, pero no son gorilas y se identifican con una pulsión plebeya, masiva y popular, que los lleva a disputar la batalla cultural contra lo que sienten como una hegemonía progresista mentirosa. Si Javier Milei saltó de los márgenes al centro, fue porque logró hablar el lenguaje de vastos sectores sociales que mientras la pandemia, la inflación y el internismo descarnado de la clase política los dejaban a la intemperie se hacían cargo de sí mismos, como cuentapropistas o trabajadores informales, esforzándose por salir adelante frente a la ausencia o discrecionalidad del Estado. A contrapelo de las reacciones de huida o negación, este libro es un llamado a la realidad: no se trata de clasificar a la derecha como quien completa un casillero de categorías zoológicas (fascista, autoritaria, etc.), sino de entender qué demandas, experiencias y sensibilidades heterogéneas la atraviesan, y qué responsabilidad le cabe a la política democrática si no quiere aislarse de la sociedad.
Publicada en plena Guerra Civil y no reeditada en España desde la década de 1970, El asedio de Madrid (1938) relata, desde una perspectiva apasionada e inequívocamente republicana, acontecimientos vividos en la capital desde los días anteriores al estallido de la contienda hasta mediados de 1937. A través de la integración de las peripecias de una serie de personajes ficticios en un fresco histórico en el que se reconocen lugares, acontecimientos y personas reales –entre otros, aparecen José Miaja, Cipriano Mera, Dolores Ibárruri «Pasionaria» o Margarita Nelken– se va narrando el devenir colectivo de la ciudad durante los meses en los que se fueron configurando los mitos de la resistencia y del «no pasarán». Sucesos integrados en el imaginario simbólico del Madrid bélico como el impacto de la muerte de Buenaventura Durruti, la presencia de los primeros batallones de brigadistas internacionales, los combates en la Ciudad Universitaria, los bombardeos aéreos o la caótica llegada de refugiados conviven en la novela con la convulsa cotidianeidad de una ciudad que, convertida a la vez en frente y retaguardia, pasó de la euforia, la pasión y la fe en la victoria de los primeros compases de la guerra al hambre, la miseria y el terror provocados por el contacto diario con la muerte y la destrucción.
El atestado policial es el documento donde se extienden y contienen las diligencias que llevan a cabo los funcionarios de Policía Judicial (y que pueden ser indicio o medio de prueba, o incluso prueba material), resultantes de la comprobación y averiguación de los hechos presuntamente delictivos, aprehensión, en su caso, de sus responsables, y ocupación de los efectos o instrumentos procedentes de la infracción penal. Así, en el atestado policial se ha de dejar constancia de todas aquellas diligencias de prevención e investigación efectuadas sobre un ilícito penal y que posteriormente se integrarán en el procedimiento penal correspondiente. Por ello, no es extraño considerar que el atestado así concebido constituya la primera piedra y los cimientos de un edificio jurídico procesal que finalizará con una sentencia condenatoria o absolutoria. Por tanto, bien sea como piedra angular o elemento esencial, será un pilar importante del armazón que conforma los distintos componentes que integran los procedimientos penales.
El espíritu de epoca contemporáneo definido como Posmodernidad ha instaurado la quiebra de la racionalidad, herencia del pensamiento ilustrado. Es consecuencia de la deconstrucción, ariete del poshumanismo que caracteriza una sociedad líquida regida por la inteligencia emocional y por un pensamiento debil que rechaza los grandes relatos legitimadores y que asume con la posverdad el imperio de la mentira.