Un estudio que cambiará nuestro paradigma sobre las mujeres neurodivergentes ―las que tienen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), autismo, sinestesia, alta sensibilidad y trastorno del procesamiento sensorial (TPS)― que explora por qué estos rasgos no se detectan en ellas y cómo se beneficia la sociedad cuando permite que florezcan sus talentos únicos.
Como escritora de éxito graduada en Harvard y Berkeley, emprendedora y madre, Jenara Nerenberg se quedó atónita cuando se enteró de que sus «síntomas» (que siempre habían sido clasificados como ansiedad) coincidían con los del autismo y el TDAH. Como buena periodista, se sumergió profundamente en los estudios científicos y descubrió la neurodiversidad: un marco que se aleja de la patologización y reconoce la gran diversidad de nuestras constituciones mentales. En lo que respecta a las mujeres, las diferencias de procesamiento sensorial suelen pasar desapercibidas, estar enmascaradas o ser confundidas con algo totalmente diferente. Millones de mujeres viven sin ser diagnosticadas o bajo un diagnóstico erróneo, lo que puede conducirlas a la depresión, la ansiedad, a la baja autoestima y a la vergüenza. Mientras tanto, todos nos perdemos los talentos que sus mentes neurodivergentes pueden ofrecernos.
Mentes divergentes es una muy necesaria y esperada respuesta para las mujeres que están convencidas de que son «diferentes». Cuando permitamos que nuestra amplia variedad de constituciones cerebrales florezca, estaremos creando un mejor mañana para todos.
En "Mentira, impostura y estupidez", Roland Breeur analiza la historia y el posible futuro de la verdad -su significado, su función y su valor- en nuestra sociedad descreída. Desde Donald Trump y la era de la posverdad a las contemplaciones filosóficas de Deleuze o Arendt; desde las conspiraciones políticas a las decepciones familiares, el autor explora de forma perspicaz los mecanismos psicológicos que intervienen en la mentira y ocultación de hechos e historias, así como el significado filosófico y la validez de la búsqueda de la verdad. Este ensayo es, también, un estudio histórico de aquellos individuos que han llenado la red de bulos, con gran o pequeña repercusión, y es también una prolija reflexión sobre el pasado, presente y futuro de la verdad.
A lo largo de la historia, el pasado ha sido utilizado —y (re)escrito— como arma política para justificar toda una serie de discursos ideológicos que manipulan y resignifican nuestros espacios: hablamos de las evidencias físicas, desde los monumentos conmemorativos hasta los vestigios que podemos rastrear en las ciudades a través de su arquitectura y urbanismo. Estos demuestran la existencia no solo de acontecimientos del pasado, sino de formas de pensar, valores que han desaparecido o movimientos sociales que dejaron su huella en el espacio público y que se filtran gota a gota en el presente.
Cuando nuestras ciudades se remodelan en base a fantasías sobre lo que ocurrió, cuando los monumentos mienten sobre quién merece nuestro reconocimiento, o cuando directamente se destruyen, el registro histórico está siendo adulterado. Del mismo modo, cuando se nos dice que ciertos estilos arquitectónicos son ajenos a nuestras ciudades, cuando las decisiones que se toman sobre nuestro entorno no tienen ningún tipo de fundamento histórico, o cuando se privatiza el espacio público, estamos siendo manipulados. ¿Qué nos queda si ya no podemos confiar en el mundo tangible que nos rodea para decirnos la verdad?