A lo largo de la historia, el pasado ha sido utilizado —y (re)escrito— como arma política para justificar toda una serie de discursos ideológicos que manipulan y resignifican nuestros espacios: hablamos de las evidencias físicas, desde los monumentos conmemorativos hasta los vestigios que podemos rastrear en las ciudades a través de su arquitectura y urbanismo. Estos demuestran la existencia no solo de acontecimientos del pasado, sino de formas de pensar, valores que han desaparecido o movimientos sociales que dejaron su huella en el espacio público y que se filtran gota a gota en el presente.
Cuando nuestras ciudades se remodelan en base a fantasías sobre lo que ocurrió, cuando los monumentos mienten sobre quién merece nuestro reconocimiento, o cuando directamente se destruyen, el registro histórico está siendo adulterado. Del mismo modo, cuando se nos dice que ciertos estilos arquitectónicos son ajenos a nuestras ciudades, cuando las decisiones que se toman sobre nuestro entorno no tienen ningún tipo de fundamento histórico, o cuando se privatiza el espacio público, estamos siendo manipulados. ¿Qué nos queda si ya no podemos confiar en el mundo tangible que nos rodea para decirnos la verdad?
¿Cómo estamos atendiendo las necesidades por altas capacidades intelectuales? ¿Qué intervenciones educativas están disponibles para los profesionales y las familias? ¿Cómo pueden los diferentes especialistas científicos de institutos, colegios y universidades contribuir al aprendizaje y al desarrollo de su alumnado más talentoso? Asumidos y extendidos los nuevos modelos conceptuales y la detección y el diagnóstico del talento, ya no se debería retrasar más el enriquecimiento de las mentes multidimensionales de los chicos y chicas más brillantes, sea cual sea su rendimiento escolar o su excepcionalidad. Todos los profesionales de la Escuela, de los gabinetes psicoeducativos y de las diferentes entidades o asociaciones especializadas deberían trabajar por el bienestar académico, emocional, social y vocacional de este alumnado. De ese compromiso nace esta guía en la que se han unido orientadores y docentes de los equipos especializados en alta capacidad de la administración, profesorado de enseñanzas medias, reconocidos investigadores internacionales, psicólogas educativas que trabajan en este ámbito y especialistas en química, artes visuales, ingeniería, ecología, derecho, computación, idiomas, comunicación, medio ambiente, arqueología, psicología, música o neurociencia.
La biografía de referencia de la mejor actriz viva de Hollywood, ganadora del premio Princesa de Asturias de las Artes 2023.
A primera vista, nada diferencia a la joven rubia de pómulos perfectos que en 1975 se gradúa en la escuela de arte dramático de Yale del resto de las aspirantes a actriz de su generación: es guapa de un modo no convencional, va en bicicleta a todas partes, escribe un diario, dormita antes de actuar y sale hasta las tantas. Y, sin embargo, Meryl es distinta y pronto resulta evidente para todos.
Ya en su primera temporada en Nueva York consigue actuar en Broadway, ser nominada a los Tony y aparecer en las veraniegas representaciones de Shakespeare en Central Park. Antes de cumplir los treinta, actúa en películas míticas como El cazador, Manhattan y Kramer contra Kramer, por la que gana su primer óscar. Su vida privada, entretanto, sufre un trágico vuelco: la muerte de su primer gran amor, el también actor John Cazale, a causa de un cáncer. En pleno duelo, conoce al escultor Don Gummer, con el que se casa seis meses más tarde.
Este es un retrato íntimo de los años que forjaron la carrera de la mejor actriz viva de Hollywood, la historia de cómo se gestó y llegó a su plenitud una de las trayectorias artísticas más reverenciadas de nuestro tiempo y una mirada única a la vida de una mujer en el momento en el que estaba a punto de convertirse en lo que es hoy: un icono.