Qué significa ser obediente a la naturaleza humana y al objetivo de la sociedad, y desobediente a todo tipo de ideales e ideologías políticas: he aquí el problema central de este conjunto de ensayos, reunidos por el autor poco tiempo antes de su muerte, en 1980, un manifiesto personal que sintetiza las ideas fundamentales de uno de los más importantes psicólogos y sociólogos del siglo XX. Fromm expone aquí su concepción de los requerimientos básicos para una vida humana plenamente realizada (necesidades de relación, de enraizamiento, de trascendencia y de identidad), y critica las estructuras sociales que obstaculizan su cumplimiento. Describe cómo las naciones técnicamente avanzadas han logrado un nuevo tipo de individuo -el homo consumens, un hombre consagrado a la posesión y al consumo, pero solitario, aburrido y ansioso: un hombre-organización peligrosamente obediente-y afirma que tanto el capitalismo como el comunismo totalitario se mueven hacia una burocracia industrial negadora de la vida, el primero por ignorar, y el otro por traicionar, los ideales de un socialismo auténticamente humanista en el cual los individuos prevalezcan sobre las cosas, la vida sobre la propiedad y el trabajo sobre el capital.
En este libro, Lee McIntyre, profesor y académico con más de veinte años de experiencia en la investigación del negacionismo y el falseamiento de datos en la esfera pública, guía a los lectores a lo largo de la compleja (y a menudo oscura) historia de la desinformación como estrategia ideológica, mercadotécnica y política. Así, y sin perder jamás de vista el presente inmediato, el autor examina fenómenos recientes de importancia mayor, como el negacionismo de las vacunas (que tiene su origen en otros negacionismos médicos anteriores, tales como el de los perjuicios del tabaco) o la mentira estratégicamente empleada en las campañas políticas de Donald Trump, cuyas herramientas desinformativas vincula con las de las políticas soviéticas del siglo pasado.
Dedicado a Nerón a comienzos de su reinado, este tratado constituye una loa a su personalidad, pero también una muestra del camino ideal para el buen gobernante, aquel que pudo seguir el emperador cuando todavía admitía consejo. "Sobre la clemencia" nos habla del valor y el ejercicio de la virtud, pero sobre todo es uno de los primeros y más preciados «espejos de príncipes» de nuestra literatura.