Las inmensas transformaciones en curso en nuestras sociedades no solo producen una desigualdad cada vez mayor de ingresos y patrimonios sino que alteran la identidad misma de los actores sociales. Ya no se trata de propietarios más ricos y trabajadores más pobres, sino de grupos enteros que ven reconfigurada su identidad en términos tanto objetivos como subjetivos. El grupo mayoritario, siempre en aumento, es el de los desposeídos: los que sufren la distancia geográfica, política y cultural respecto de sus sitios de trabajo, de los servicios públicos, de los bienes simbólicos y materiales. Los desposeídos son aquellos marcados por la precariedad y la exclusión, los que no tienen nada. El surgimiento de esta clase social ha puesto en entredicho la lógica misma del conflicto político. Desconectadas y distanciadas, las dos clases antagónicas ya no luchan: hoy lo que asegura el orden social es el distanciamiento con respecto al otro. En esta sociedad, que no es una sola, las clases populares no son los enemigos sino los olvidados. Es por esto, además, que sus malestares son ilegibles para las élites; así y todo, señala Guilluy, los desposeídos están en el origen de todas las protestas actuales. En este libro excepcionalmente lúcido y potente, el ensayista francés expone sin ambages el filo más amargo de la realidad contemporánea.
Un recorrido por la memoria familiar siguiendo las huellas geográficas, mentales y sociales de todo un siglo en nuestro país.
Tal vez el más difícil de los sujetos de estudio sea nuestra propia familia. Esta historia nace del relato fragmentado e interrumpido de los abuelos, pero también de la vivencia del conflicto como historiador del autor, Gutmaro Gómez, que es a la vez el hijo que vive el deterioro y la precariedad en la que viven sus mayores y el padre que ve como sus hijos mantienen y reproducen muchas de las claves heredadas del pasado a pesar de la distancia generacional y tecnológica.
Los descendientes nos ofrece una visión de conjunto de todo un siglo a través de los archivos, las imágenes, los recuerdos y las experiencias familiares, y trata de explicar, en definitiva, por qué la historia se ha convertido en un arma de polarización y de división política en nuestros días. El lector tiene en sus manos un tratado de recuerdos, de fronteras, de llamadas perdidas. Un mapa de las huellas geográficas, mentales y sociales de un tiempo, un país, un continente. Una historia de los afectos, de los miedos y los fracasos que se transmiten en el hogar. Una guía, un antídoto para el dolor de adentrarnos en los silencios, en las pistas falsas y mentiras que nos legaron nuestros seres queridos.
En el presente volumen, Judith N. Shklar nos ofrece un examen detallado de las diferentes tradiciones liberales y del papel de los derechos en la cultura política. El lector encontrará aquí un claro ejemplo de lo que la teoría política puede lograr cuando no se limita a operar en el terreno del análisis filosófico abstracto, sino que presta mucha atención a «la historia y las presentes realidades de nuestras instituciones». Se trata de una excelente ilustración del liberalismo por el que aboga la autora, un «liberalismo de los oprimidos», que busca poner coto a los poderosos, reducir todas las formas de desigualdad social y garantizar así las condiciones de la libertad para todos.
Hay en la experiencia de leer una felicidad y libertad que resultan adictivas. La lectura libera. Se extiende a leer la vida, a leer quiénes somos y en dónde estamos. Anima las conversaciones de lector a lector. Se contagia por los lectores en acción: padres, maestros, amigos, escritores, traductores, críticos, editores, tipógrafos, libreros, bibliotecarios y otros promotores del vicio de leer.
El vibrante relato de las guerras que marcaron el destino de Occidente.
«Emprended el camino para obtener la remisión de vuestros pecados, seguros en la indestructible gloria del Sagrado Reino». Estas fueron las célebres palabras que dieron inicio a uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Europa. Era el 1095: Jerusalén llevaba cientos de años en manos musulmanas y los cristianos de Oriente eran vilipendiados por los seguidores de Mahoma. Tras siglos de dominación islámica, la prédica de Urbano II marcó el comienzo de las guerras religiosas por los Santos Lugares: las cruzadas.
El fervor desatado en Clermont y la promesa de la salvación llevó a miles de príncipes y monarcas de Occidente, pero también a piadosos cristianos corrientes e incluso a familias enteras a tomar la cruz y participar en las sangrientas luchas contra los enemigos de Cristo que se prolongarían durante dos siglos y abarcarían tres continentes. En Los cruzados, Dan Jones, uno de los historiadores que mejor conoce el periodo, nos ofrece el apasionante relato de las guerras medievales cuyos efectos se dejan sentir todavía hoy. Por estas páginas desfilan hombres y mujeres, cristianos de Oriente y de Occidente, sunníes, chiítas, árabes, judíos, bereberes, mongoles e incluso vikingos que, de un modo u otro, fueron protagonistas de estos conflictos.
Las utopías han sido siempre un faro de esperanza al recrear la visión de sociedades perfectas y prometer un horizonte de igualdad y armonía. Sin embargo, cuando los paraísos terrenales han intentado materializarse, lejos de ser cielos despejados, a menudo se han revelado como «cielos con colmillos», donde el anhelado edén se ha transformado en un infierno. Con una perspectiva enriquecida por las Humanidades que abarca la filosofía, el arte, la literatura, el cine y la música, Emilio Lara demuestra que, aunque la realidad muestre sus fauces afiladas y devore los intentos de edificar un mund idílico, la promesa de un cielo terrenal sigue siendo un motor ideológico y emocional para la humanidad.
Gilbert K. Chesterton (1874-1936) fue como personaje y persona casi tan interesante como escritor. De ahí que sean numerosísimos los testimonios, memorias y biografías relacionadas con nuestro escritor. Entre las biografías más interesantes dedicadas nunca a Chesterton, está esta de Ada Elizabeth Jones, más conocida como Mrs. Cecil Chesterton, quien redactó estas memorias en el Londres bajo los bombardeos de la II Guerra Mundial. Ella misma, que vio muchas veces los aviones nazis volar sobre la capital, tuvo que escapar de su casa, porque una bomba amenazaba arruinarla. Con evidente peligro, volvió a su domicilio para rescatar el manuscrito que hoy el lector tiene en su mano.
En agosto de 1914, la historia de la humanidad cambió su curso. Después de un largo período de engañosa calma, ese mes de verano tronaron los cañones en Europa y empezó la Gran Guerra. Con el estallido del conflicto, ya no hubo vuelta atrás: se abrió un abismo entre un mundo que moría y otro que marcaría el devenir del convulso siglo XX.
Gracias a una increíble labor de investigación y una asombrosa capacidad narrativa, Barbara W. Tuchman alumbró el mejor libro sobre la Primera Guerra Mundial —y uno de los Pulitzer de no ficción más renombrados—, indispensable para entender el mundo que se abrió hace 100 años con el final del conflicto.