En Reír, crecer, vivir, Navajo entrelaza magistralmente lo placentero y lo profundo, infundiendo cada reflexión diaria con humor y perspicacia espiritual. La risa diaria proporcionada por los eventos de la vida real sirve como recordatorio de que la alegría es una parte esencial de nuestro viaje espiritual. Mientras te ríes, también creces, tanto en tu comprensión de las Escrituras como en tu relación personal con Cristo.
Los retratos oficiales que muestran a las reinas ataviadas con suntuosos vestidos y cubiertas de joyas ocultan unas vidas marcadas por las desdichas y las tragedias personales.
Algunas de ellas se encontraban lejos del trono al nacer, pero consiguieron ceñir la corona por derecho propio y no por matrimonio. Isabel I de Inglaterra, hija de Ana Bolena, pasó de ser una princesa bastarda a dar nombre al glorioso siglo en que reinó; Catalina la Grande no dudó en ponerse al frente de un ejército para derrocar a su esposo y dirigir con mano firme el imperio ruso, mientras que la emperatriz Cixí entró en la Ciudad Prohibida como concubina y gobernó China oculta tras una cortina de seda. Hubo también reinas marcadas por la fatalidad que sobrevivieron en un mundo de intrigas: Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y primera esposa de Enrique VIII, fue una de las soberanas más amadas de Inglaterra. O la infeliz Carlota de México, una joven y culta princesa belga que se convirtió en emperatriz de México y perdió la razón tras el asesinato de su esposo, Maximiliano de Habsburgo.
Déspotas, libertinas, desalmadas, arpías, locas... son solo algunos de los adjetivos que engrosaron la leyenda negra de estas cinco soberanas. Cristina Morató da voz en este libro a las mujeres de carne y hueso que alcanzaron el poder en un mundo de hombres gracias a su inteligencia, valor y fortaleza y nos descubre que los mejores reyes fueron reinas.
Enero de 1946. Tras diez años de ausencia, Hilde Spiel regresa a su Viena natal como corresponsal de guerra de la revista británica New Statement. Vuelve a un Estado devastado por la guerra, ocupado igual que Berlín por las cuatro potencias vencedoras en la II Guerra Mundial. Extranjera en su tierra, y a la vez profundamente vienesa en su mirada, Spiel asiste a los esfuerzos de reconstruir un país nuevo y de olvidar la complicidad de muchos austriacos con el nazismo. Austria año cero, este podría ser el título de estas memorias personales, en las que Hilde Spiel, con su uniforme del Ejército británico, recorre las calles de su ciudad natal en busca de las huellas del pasado en un presente cambiante e incierto. Su estilo elegante y ágil convierte esta visita a las ruinas del viejo Imperio austrohúngaro en un viaje apasionante y evocador.