Los temas de que se ocupa esta obra -Eurípides y Sócrates, Apolo y Dioniso, la epopeya y la lírica, etc.-, así como las funciones docentes de su autor, catedrático de Filología Clásica en Basilea desde 1869, hicieron pensar inicialmente a la crítica académica que El nacimiento de la tragedia (1872) no era sino un tratado erudito para helenistas. Sin embargo, ya desde este su primer libro Friedrich Nietzsche (1844-1900) se proponía realmente exponer las líneas maestras de una nueva concepción del mundo que iría perfilando en obras sucesivas y que , gira en torno al pensamiento trágico, la intuición de la unidad de las cosas, la afirmación recíproca de la vida y de la muerte, el eterno retorno y la inocencia del devenir.
«¿Qué significado posee, justo en la mejor época, la más poderosa y más valiente de los griegos, el mito trágico? ¿Y el fenómeno monstruoso de lo dionisiaco?».
La primera gran obra de Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, empezó siendo la provocación de un filólogo haciendo equilibrios entre ciencia y arte en la cuerda floja del malestar de la cultura, pero hoy ya conforma nuestra sensibilidad contemporánea. Por un lado, a partir de aquí se comprenden las rebeliones contraculturales, la desmitificación del principio de realidad burgués, la rebelión dionisiaca de la vida... Pero el viaje retrospectivo de Nietzsche también implica acceder de algún modo a un observatorio médico en el que la cultura burguesa asiste inerme y autocomplaciente al proceso suicida de la estetización de la política.
En cualquier caso, la batalla más importante que se libra en este libro primigenio no es la del bárbaro Dioniso contra el prudente racionalista Sócrates, sino la del Apolo mediador cultural contra el Dioniso desenfrenado (Thanatos), un voraz agujero negro que se aprovecha del agotamiento de nuestra realidad disciplinada.
Un ensayo sobre cómo la tragedia griega alcanzó la máxima perfección artística, a través de la oposición entre la terrible verdad y la resplandeciente belleza.
Todos los seres vivos somos más que habitantes de la Tierra: somos la Tierra, una excrecencia de su estructura y un motor de su evolución. La vida y el medio ambiente han transformado un fragmento de roca en órbita en un oasis cósmico: un planeta que respira, metaboliza y regula su clima.
Ferris Jabr nos sorprende con una nueva visión de la Tierra que emerge de las últimas investigaciones científicas. En ella, los bosques arrojan agua, polen y bacterias para convocar la lluvia; los animales gigantes diseñan los mismos paisajes por los que deambulan; los microbios mastican la roca y dan forma a los continentes; y el plancton microscópico renueva el aire y los mares.
El nacimiento de la Tierra es un viaje estimulante por el funcionamiento oculto de nuestra sinfonía planetaria -sus intérpretes, sus instrumentos y la música de la vida que emerge. Pero también una invitación a repensar el tipo de planeta que queremos dejar a nuestros descendientes.
En este libro, traducido a doce idiomas y convertido en un clásico, el profesor Moses I. Finley, reconocido mundialmente como uno de los grandes renovadores de la historia antigua, estudia las formas de gobierno de las ciudades-estado de Grecia y de la Roma republicana, sociedades ambas que, con diferentes instituciones y distinta historia, tenían sin embargo en común una base económica agraria, un sistema social jerarquizado y la admisión de las clases inferiores en el marco institucional. El profesor Finley hace aquí un análisis magistral de la lucha por el poder en el seno de esas sociedades, del papel desempeñado en esa lucha por guerras y conquistas, del sutil juego de las ideologías, de la frágil estabilidad de las alianzas: en una palabra, de la «invención» de la política.
¿Qué significa, desde el punto de vista filosófico, musical e histórico, hablar de la música en términos de «obras»? Lydia Goehr propone de forma elegante y persuasiva una respuesta, describiendo cómo el concepto de obra musical cristalizó plenamente en torno a 1800, y posteriormente definió las normas, expectativas y pautas de comportamiento que han llegado a caracterizar la práctica de la música clásica. En el contexto de un relato filosófico más general sobre el auge y la decadencia de los conceptos y los ideales, y de sus funciones normativas, Goehr aborda también los debates entre directores de orquesta, intérpretes de música antigua y músicos de vanguardia.
Este libro es una de las principales contribuciones al campo de la filosofía de la música en los últimos cincuenta años. La presente edición revisada incluye un nuevo ensayo introductorio de la autora y un provocador prólogo de Richard Taruskin.
Un murmullo creciente de soledad y angustia puede oírse, a veces, en las secciones de libros de autoayuda. Las historias que esos libros cuentan no están lejos de la ficción. Aunque no siempre, a menudo contienen falsas promesas, y hay una que se repite: aparecerán atajos para resolver determinados problemas, de pronto ya no será necesario pasar por la organización colectiva, necesaria y costosa en términosde fuerza, paciencia y medios. ¿Es posible no desoír ese murmullo, ese deseo, y responder con argumentos que no mientan?
Para su doctorado, la novelista Belén Gopegui se sumergió en la literatura de autoayuda y escribió la tesis que da lugar a las dos partes de este ensayo: por un lado, un pequeño estudio del género desde el punto de vista de la ficción; por otro, a modo de experimento, un manual sereno y perspicaz para el uso de la desesperación silenciosa leve.