La lágrima de Jantipa es un estudio de la Grecia clásica a partir de la palabra de los filósofos y su concepción de lo femenino, un ensayo histórico sobre la configuración de un pensamiento que suponía que las mujeres no debían ser educadas más allá de la labor matronalis y los deberes conyugales.
Pero este libro no se conforma tan solo con narrar esa historia desde las academias, los liceos, los jardines o los pórticos de los filósofos, sino que también transita el campo y la ciudad, la asamblea y el ágora, los gimnasios y los gineceos, las escuelas y los mercados, la acrópolis y el arrabal, el cuerpo y el espíritu, el imaginario y la realidad, el teatro y el simposio, la casa y el mercado.
En esos escenarios se exponen las coacciones del eros, las hijas de Pandora y las diferencias sexuales, las feminidades, las masculinidades y la convivencia política, la asimetría del género y su larga duración desde la Grecia antigua.
España va a ser uno de los países más envejecidos del mundo en 2050. La combinación de bajas tasas de natalidad y una alta longevidad ha provocado que sean los mayores, gracias a su peso electoral, quienes determinen la agenda política de nuestro país y el destino del gasto público. España ha dejado de invertir en las políticas que favorecen el crecimiento de largo plazo como la educación, la I+D, el acceso a la vivienda o pobreza infantil, y su sistema educativo languidece al lado de los países de su entorno. Y, por si esto fuera poco, los jóvenes tienen que enfrentarse a tres retos globales inéditos hasta la fecha: el envejecimiento de la población, el cambio climático y la revolución digital.
Este libro, que nace del diálogo entre el economista José Ignacio Conde-Ruiz y su hija Carlotta, pone de manifiesto las dificultades y la invisibilidad a la que están sometidos estos jóvenes en España, víctimas de una crisis continua que pronto alcanzará su segunda década, así como las funestas consecuencias que tendrá para el futuro de nuestro país seguir dándole la espalda a las nuevas generaciones.
Los más recientes acontecimientos internacionales el desarrollo de la guerra de Irak, las crecientes turbulencias de la guerra de Afganistán, la eclosión de la guerra del Líbano y el drama permanente de Kosovo no hacen sino confirmar las tesis principales sostenidas en este libro. Se ha confirmado, en primer lugar, la tesis de que sólo las guerras perdidas son consideradas crímenes internacionales, mientras que las guerras ganadas, aunque se trate de guerras de agresión que comportan una clara violación del derecho internacional, no están sometidas a reglas y los vencedores no sufren ninguna sanción política o jurídica. En segundo lugar, parece también confirmada la idea, que da título al libro, según la cual la justicia internacional incluida la justicia penal internacional sigue la voluntad y sirve a los intereses de las grandes potencias, que son tales sobre todo gracias a su enorme superioridad militar. A ello se une la impotencia normativa y reguladora de las Naciones Unidas, relegadas a desempeñar una función legitimadora, acomodaticia y apologética del statu quo impuesto por las grandes potencias. Existe, por tanto, una «justicia de los vencedores», que se aplica a los derrotados y oprimidos, con la connivencia de las instituciones internacionales, el silencio de gran parte de los juristas académicos y la complicidad de los medios de comunicación.