El pastor y autor bestseller del New York Times invita a los lectores a buscar, reconocer y aplicar cada bendición de Dios. Él facilita las herramientas necesarias para tomar inventario de nuestras bendiciones y participar en lo que él denomina como una doble bendición, ese momento en que uno aprovecha una bendición recibida para bendecir doblemente a otra persona.
Mark Batterson cree firmemente que es posible aprovechar al máximo las bendiciones de Dios, pero hacer eso puede lucir diferente a lo que uno creería. La primera ola de bendición es lo que Dios te da: tiempo, lo que amas, talento. La doble bendición es la segunda parte en esta relación, es devolverle a Dios ayudando a otros. En estos tiempos donde el crecimiento divino y la organización espiritual se han reducido al hashtag #bendecido, Batterson invita y reta a los lectores a seguir la verdadera bendición glorificadora de Dios y sentir el gran impacto que es participar en la doble bendición.
¿Alguna vez te has sentido perdido o sin propósito? ¿Crees que no tienes las habilidades o el talento para alcanzar tus sueños? ¿Acaso las circunstancias te han hecho dudar de tu valor y propósito en este mundo? Si es así, entonces este libro es para ti.
Diseñados para Soñar Despiertos no es un libro cualquiera, es uno que te invita a un viaje de transformación y crecimiento personal y espiritual, donde descubrirás que no existes solo por existir ¡tu vida tiene un propósito! Y tus sueños no son casualidad, sino parte de un plan divino que te ha sido otorgado desde el inicio de los tiempos.
Sé que las dudas y las inseguridades pueden ser un gran peso, como lo fueron para mí. Pero quiero asegurarte que no estás solo en este camino. A lo largo de estas páginas, te acompañaré en el proceso de descubrir que tus debilidades no son obstáculos, sino piezas esenciales del plan perfecto que Dios tiene para ti.
A través de mi propia historia, te mostraré cómo rendir tus sueños, deseos y planes ante Dios puede abrir las puertas a un futuro lleno de posibilidades y significado.
Los discursos reunidos en este volumen, popularmente conocidos como Filípicas (un declarado homenaje a Demóstenes), quizá marcan el cénit de la elocuencia ciceroniana y de la lengua latina en general. Son además un valiosísimo testimonio histórico de un momento clave para entender el final de la República romana. Tras el asesinato de Julio César, Marco Tulio Cicerón preparó como senador estos discursos contra Marco Antonio entre septiembre de 44 a. C. y mediados del año siguiente, poco antes de ser él mismo asesinado. Concebidos como si fueran batallas políticas, estos textos son las mejores armas oratorias que pudo esgrimir Cicerón para defender un sistema de gobierno que se tambaleaba peligrosamente y por el que acabó muriendo.
De entre los discursos de Marco Tulio Cicerón, algunos de los reunidos en este volumen se cuentan entre los más sobresalientes. Aquí encontramos el celebérrimo grupo de las Catilinarias, que tienen un extraordinario valor político, por el contexto grave en que se pronunciaron, y sobre todo un valor literario sin parangón en la prosa latina. También se encuentra su defensa a Sexto Roscio Amerino, la primera causa importante que le dio fama, así como su famoso alegato a favor de la ley Manilia y de Pompeyo, o la defensa de Lucio Murena, en un momento de crisis de la Republica tras la conjuración de Catilina.
Publicados póstumamente, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio no son sólo la obra de teoría política más ambiciosa de Nicolás Maquiavelo (1469-1527), sino también un libro combativo y militante que, escrito entre 1513 y 1520 en el ostracismo político, alienta el propósito de servir de instrumento para edificar el futuro inmediato, con la perspectiva de una república italiana con centro en Florencia. Sin entrar en contradicción con El Príncipe, que se ocupa de la formación de los estados o de su reforma en situaciones de crisis, esta obra de madurez defiende la superioridad de la república en relación con valores tales como la libertad, el bien común, la igualdad, el respeto a la ley o el patriotismo.
Estados Unidos entra en la segunda guerra mundial en diciembre de 1941, más de dos años después de su inicio. Hasta entonces había asumido la vigilancia del área del Pacífico y suministrado armamento en Europa a los aliados. Roosevelt defendió la neutralidad, con ese significativo matiz, mientras que sus mandatos fomentaron el rearme de Estados Unidos en el marco de una industrialización acelerada que siguió a la recuperación económica del New Deal entre 1933 y 1934. De 1942 a 1945 despliega su potencial carismático para el que sería su último reto: conducir al país durante la guerra hasta traer la paz. Esa perspectiva épica ayuda a entender que el Congreso aceptara los términos inciertos de una economía de guerra cuando Roosevelt los presenta en abril de 1942: subida generalizada de impuestos, topes a los precios y a los alquileres, congelación de salarios y de precios agrícolas, racionamiento de bienes esenciales y emisión masiva de bonos de guerra mediante los que la propia ciudadanía financiaría al estado.