A veces, no obstante, gracias a algún guiño del clima, a una asociación de ideas o a cierta alquimia del escenario, percibo en el aire del Estambul actual una traza de Venecia. Sobre todo de buena mañana, cuando una fina bruma cubre aún el Cuerno de Oro y los barcos avanzan a tientas por el mar neblinoso hacia el Bósforo.» Durante seis siglos, la República de Venecia fue un imperio marítimo cuyo poder soberano se extendía por gran parte del Mediterráneo oriental: un imperio de costas, islas y fortalezas aisladas mediante el cual, como escribió Wordsworth, los mercaderes venecianos «mantenían bajo control el magnífico Este». Jan Morris reconstruye este resplandeciente dominio en forma de un viaje por mar, recorriendo las históricas rutas comerciales venecianas desde la propia Venecia hasta Grecia, Creta y Chipre. Seguiremos un itinerario dispuesto geográficamente pero que se mueve a placer entre el pasado y el presente, evocando los paisajes, los sentimientos de los protagonistas de los tumultuosos acontecimientos del pasado veneciano.
Tras No digas nada, llega lo nuevo de Patrick Radden Keefe.
El retrato demoledor de una dinastía cuya fortuna se construyó gracias a Valium y cuya reputación fue destruida por OxyContin.
«Una gran saga familiar que abarca varias generaciones, una historia de poder, envidias y egos que se lee comoEl Padrinoy tiene ecos deSuccession. [...] Una obra magna, que comienza como una palmada en la espalda del capitalismo y termina como una patada en el estómago de quien lo lea.»
Roberto Moro,Libros y Literatura
El apellido Sackler adorna los muros de las instituciones más distinguidas: Harvard, el Metropolitan, Oxford, el Louvre# Es una de las familias más ricas del mundo, benefactora de las artes y las ciencias. El origen de su patrimonio siempre fue dudoso, hasta que salió a la luz que lo habían multiplicado gracias a OxyContin, un potente analgésico que catalizó la crisis de los opioides en Estados Unidos.
El Japón es el país de la escritura. En 1970, Roland Barthes dedica una obra al sistema simbólico japonés, en un viaje no por el Japón rela, sino por el de sus signos. Barthes no es el turista que pasea por las calles, degusta la gatronomía o asiste a representaciones teatrales, sino el semiólogo que se afana por interpretar el significado y el significante. El resultado es un tratado sobre el signo, sus reglas y su belleza.
Con El Imperio de los signos, Roland Barthes, uno de los máximos representantes del postestructuralismo francés y uno de los padres de la semiótica moderna, inicia una fase en la que comienza a sentirse escritor, a construir un estilo propio; en palabras del autor: "Este libro es una especie de entrada, no tanto en la novela cuanto en lo novelesco"