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EL COMBATE NAVAL ENTRE LAS ESCUADRAS D.H

Las escuadras de La Habana y Jamaica estaban destinadas a enfrentarse. La primera buscaba defender la flota presta a zarpar desde Nueva España con extraordinarias cantidades de oro, plata, y valiosas mercaderías, imprescindibles en España. La segunda intentaría a toda costa capturarla, cumpliendo así el designio de su almirante. El 12 de octubre de 1748, al este de La Habana, sobre la zona de Boca de Jaruco y Santa Cruz del Norte, se produjo el combate, seguramente el más importante en lo que iba de siglo en aguas cubanas. Andrés Reggio y Charles Knowles como máximos oficiales pusieron en valor lo mejor de sus conocimientos, secundados por valiosos oficiales, marineros y militares altamente capacitados en el arte de la guerra en el mar. Vencedores y vencidos son etiquetas que no siempre evidencian la esencia de una batalla y mucho menos el valor de los que la libraron. Si algo se pretende enfatizar es el coraje y el honor de los hombres que tomaron parte en el lance.
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EL COLISEO

La Roma imperial fue un estado guerrero. El Coliseo (inaugurado en el año 80 d.C.) fue el monumento de Roma a la guerra. Como una catedral de la muerte, se alzaba sobre la ciudad e invitaba a sus ciudadanos, 50,000 a la vez, a presenciar juegos gladiatorios asesinos. Ahora es visitado por dos millones de personas al año (Hitler estuvo entre ellos). Dos destacados historiadores clásicos cuentan la historia del mayor anfiteatro de Roma: cómo se construyó; los juegos gladiatorios y otros eventos que se celebraron allí; el entrenamiento de los gladiadores; los espectadores que disfrutaban de los juegos, los emperadores que los organizaban y los críticos; y la extraña historia posterior: el Coliseo ha sido fortaleza, almacén, iglesia y fábrica de pegamento.
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EL CLAN DE LOS BOMBARDEROS

Durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, en una base aérea de Alabama, un grupo de pilotos renegados forjó una idea radical. ¿Qué pasaría si los bombardeos fueran tan precisos como para que las guerras pudieran librarse solamente desde el aire? ¿Podrían los brutales enfrentamientos entre ejércitos de tierra convertirse en cosa del pasado? Este libro cuenta lo que ocurrió cuando intentó llevarse a la práctica ese sueño. Malcolm Gladwell sigue los pasos de un genio holandés y su ordenador analógico casero, del grupo de científicos pirómanos de Harvard que inventaron el napalm, de un brillante piloto que cantaba tonadas a su equipo y del comandante LeMay, quien ordenaría uno de los ataques más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial. A su más puro estilo, Gladwell les saca jugo a todos estos personajes fascinantes y nos lleva ágilmente a través de una serie de dilemas que cambiaron el rumbo de la historia para para preguntarnos cuál puede llegar a ser, a menudo, el precio del progreso.
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