Uno de los grandes temores al que muchos de nosotros nos enfrentamos es descubrir al final que hemos desperdiciado nuestra vida, a pesar de todos nuestros esfuerzos. En El arte de la buena vida, William B. Irvine explora la sabiduría de la filosofía estoica, una de las escuelas de pensamiento más populares y exitosas de la antigua Roma, y muestra cómo sus ideas y consejos aún pueden aplicarse hoy en día.
Utilizando los conocimientos psicológicos y las técnicas prácticas de los estoicos, Irvine ofrece una hoja de ruta para quienes buscan evitar los sentimientos de insatisfacción crónica que nos aquejan. Los lectores aprenderán cómo minimizar sus preocupaciones, cómo dejar de lado el pasado y centrar sus esfuerzos en las cosas que podemos controlar, y cómo lidiar con los insultos, el dolor, la vejez y las tentaciones que distraen como la fama y la fortuna. Aprenderemos de Marco Aurelio la importancia de valorar solo cosas de verdadero valor, y de Epícteto a estar más contentos con lo que tenemos.
Si nos observamos a nosotros mismos en nuestro trabajo diario y luego reflexionamos sobre lo que vivimos, podremos identificar mejor las fuentes de angustia y evitar el dolor. Solo así, pensaron los estoicos, podremos esperar alcanzar una vida verdaderamente feliz.
La memoria es una forma de invocar el pasado que se conjuga en presente y se traduce en futuro. Muchas veces, la puerta de acceso del hoy a los ayeres requiere de llaves codificadas que, al estilo de la magdalena de Proust, nos ayuden a liberar del olvido a quienes en él quedaron desterrados. En 'El arte de invocar la memoria', la escritora e historiadora Esther López Barceló da cuenta de la fuerza del recuerdo colectivo a través de sus múltiples representaciones y materialidades: objetos personales encontrados en fosas, como los zapatos representados en la cubierta de este libro; grafitis fugaces, a modo de epitafios de urgencia, que dan cuenta del paso de condenados por un campo de concentración; unas escaleras transformadas en pruebas periciales; libros y documentales, depositarios de incómodas verdades, a los que se trata de hacer desaparecer… Este vibrante ensayo, escrito en un delicado tono poético, trenza un recorrido por distintas formas de invocar la memoria de una herida abierta, la de las víctimas del franquismo ―y de otras dictaduras―, a través de vestigios arqueológicos y de artefactos culturales que nos interpelan y, a la vez, nos conectan a un pasado que, gracias a ellos, no es ni será nunca un tiempo perdido.
Lo poético, en sus muy diversas formas, posee la cualidad de conmovernos. Este atributo, en esencia, puede convertir las palabras en artefactos de combustión lenta pero constante; «milagros intermitentes» que nos guían hacia una comprensión distinta del mundo y de nuestro lugar en él. En suma, el germen necesario que da comienzo a todo cambio crucial, ya sea a nivel individual o colectivo.
'El arte de encender las palabras', primer ensayo de la poeta Berta García Faet, explora cómo la poesía 'piensa'. Y arde, en opinión de su autora, no solo en la poesía propiamente dicha, sino también a través de la música, la pintura y todo tipo de manifestaciones artísticas. Desde un formato híbrido, que tiene tanto de tratado como de memoir literaria, este libro apela a las claves de lo poético: belleza, cognición, vínculos. Reflflexión teórica, manififiesto, confesión entre amigas y carta de amor: un texto radicalmente original y hermoso que crepita en busca de nuevos públicos y nuevas direcciones.
Un recorrido sutil y asombroso que busca mostrarnos cómo la poesía cataliza nuestras transformaciones más hondas. Un alegato en primera persona sobre el carácter restaurativo y revoltoso de las palabras.