Convertido hoy en una de las figuras más influyentes de nuestro pensamiento contemporáneo, Eugenio Trías es analizado en este libro a partir de tres propuestas que logran resumir todo un método y una actitud filosófica a lo largo de los años. La idea de que la obra del filósofo puede leerse desde una fértil ambigüedad es central en la primera parte del libro, donde se señala, en perfecta sintonía con su método, que Trías siempre fueron dos, uno joven y rupturista, y otro atento al orden y al vínculo, a la religación. Su idea del límite, que, como señala Jordi Ibáñez Fanés, lo acompañó aun sin nombrarlo desde sus primeros libros, puede entenderse en el doble sentido de barrera infranqueable y al mismo tiempo como un espacio que articula e incluso desafía y estimula la posibilidad de acceder a lo hermético, al enigma del ser y de la vida. Las otras dos partes del libro, presentadas a modo de apéndices, se ocupan la primera del joven Trías «hacia 1970», acompañado o más bien leído ya que se comentan aquí todas sus primeras obras junto con sus compañeros de generación Fernando Savater y Xavier Rubert de Ventós; y la segunda del filósofo ya crepuscular, dedicado a los placeres de su pasión cinéfila, con sendos comentarios de dos películas idóneas para comprender lo que se pone en juego en la filosofía del límite: Vértigo de Hitchcock y Persona de Ingmar Bergman.
Ayer, un mes después de morir, grabaron sobre su tumba el nombre de mi madre. Al ver sobre la piedra las letras que tantas veces estuvieron en mis labios sentí un impulso doble, contradictorio tan solo en un primer instante, que me empujaba al mismo tiempo a permanecer callado y a pronunciar las palabras justas para nombrar la vida. Lo que sentía en ese momento solo puede ser nombrado con la palabra «tristeza», aunque la palabra «tristeza» –como le ocurre a todas las palabras frente a la complejidad de nuestra vida– se queda tan corta como un metro para sondear las profundidades de un abismo.
La guerra de Troya como nunca la habían contado: espectacular, vibrante, divertida y conmovedora.
El rapto de la hermosa reina griega Helena por el príncipe troyano Paris desencadena una guerra entre ambos pueblos. Los griegos mandan a su flota y sitian la ciudad de Troya. El conflicto se prolongará diez años, y causará mucho sufrimiento y muchos muertos. Intervendrán héroes como el valeroso Aquiles o el astuto Odiseo y dioses como el mismísimo Zeus. Y también un celebérrimo caballo de madera.
¿Quién mejor que Stephen Fry para contar esta historia de la antigüedad con palabras y miradas actuales? El autor y actor, que en sus anteriores Mythos y Héroes ya nos deleitó con sus repasos a la mitología griega, vuelve a la carga en plena forma. Esta es una historia que lo tiene todo: heroísmo, venganza, amor, ideales, brutalidad, traición, desesperación, violencia extrema, dolor, esperanza… Las pasiones que mueven a los seres humanos del pasado y del presente.
Y es que el mito de la guerra de Troya, que nos cuenta este libro trepidante, amenísimo y rebosante de información, no es mera arqueología literaria, sino una historia con temas muy actuales. Fry nos ofrece un festín, con su portentosa capacidad narrativa y sus impagables toques de humor.