¿Qué puede salir mal cuando en un país inestable surge un líder inestable?
Meses antes de las elecciones de 2023 a la presidencia de Argentina, Juan Luis González se propuso indagar y aclarar cuáles eran los orígenes y las causas del ascenso político de Javier Milei, una figura que despertaba estupor y fascinación por igual. Después de meses de investigación, lo que tenía que ser un perfil biográfico fue convirtiéndose poco a poco en un relato tragicómico y descarnado de un personaje turbio. Un individuo, hoy presidente, que habla con su perro muerto y que tras su discurso de ruptura con la vieja política personifica todos sus peores rasgos: miembro de un partido que vende sus cargos al mejor postor, que se relaciona con hinchas violentos, que amenaza a las voces discordantes y que recibe ayudas del peronismo que dice combatir. Una historia que, como tantas otras, empezó cuando una de las personas más ricas del país decidió financiar e impulsar este fenómeno mediático en aras de sus propios intereses económicos.
El loco, obra que ha sido reconocida por el Foro de periodismo argentino con un premio por su trabajo de investigación, es una implacable biografía pública y privada de un líder y del propio partido que lo arropa. Pero también es algo más: es la radiografía de una sociedad aterrada, exhausta y aislada de la que Milei es su mejor protagonista.
En abril de 1944, Rudolf Vrba se convirtió en uno de los primeros judíos en escapar de Auschwitz. Contra todo pronóstico, tras esquivar por poco las balas alemanas, él y su compañero de fuga escalaron montañas y cruzaron ríos para alcanzar la libertad. Vrba quería advertir a los últimos judíos de Europa del destino que les esperaba al final de la vía férrea. Brillante estudiante de ciencias y matemáticas, memorizó cada uno de los detalles de la maquinaria nazi y lo arriesgó todo para recopilar los primeros datos de la Solución Final. Tras su huida, sacó de contrabando el primer relato completo de cuanto acontecía en los campos de exterminio, un informe detallado que finalmente llegaría a manos de Franklin Roosevelt, Winston Churchill y el papa, y que acabaría salvando miles de vidas. El maestro de la fuga es la historia de un hombre que merece ocupar su lugar en la historia junto a Ana Frank, Oskar Schindler y Primo Levi, protagonistas todos ellos del capítulo más oscuro de nuestro pasado reciente.
¿Por qué se va la gente de las ciudades? Porque la echan. Una multitud de factores, desde el precio de la vivienda hasta los efectos del turismo, empujan a las personas a abandonar los espacios urbanos concentrados. Poco a poco, las ciudades se vacían y envejecen. Lo extraño es que no lo notamos, porque el flujo constante de personas nos hace sentir que todo está lleno, en especial los centros históricos, reconvertidos en parques temáticos.
El rentismo ha sustituido a la producción. La ciudad se ha convertido en un tablero de Monopoly que expulsa a los que no pueden pagar. ¿Por qué apostar por los habitantes de clase media cuando la especulación, el turismo o el consumo desaforado en domingo resultan más provechosos? Las ciudades ya no anhelan construir el futuro; buscan rentabilidad.
La batalla por recuperar la libertad frente a las élites que intentan redefinir nuestro futuro.
Tras la caída del Muro de Berlín, aquellos destinados a liderar la sociedad creyeron que la tecnología y la globalización nos traerían un futuro espléndido. Sin embargo, se convirtieron en víctimas del pensamiento Pluto, una ideología perezosa que parecía invencible. Mientras tanto, algunos jóvenes activistas desde despachos universitarios estaban diseñando una nueva propuesta revolucionaria y social que, años más tarde, tendría en Occidente más influencia de la que jamás tuvo el comunismo.
La caída del Muro no trajo la libertad esperada, sino nuevas cadenas invisibles.
Hoy, quienes estudiaron en los años ochenta y noventa en costosas universidades privadas se preguntan por qué pasaron sus días aplicando políticas de igualdad y sostenibilidad basadas en principios que no compartían. La respuesta radica en que se equivocaron al pensar que la economía y la tecnología resolverían todos los problemas. El resultado contemporáneo es la disputada Agenda 2030, salpicada de dudas y muchos interrogantes, como: ¿Quién ha diseñado la agenda política actual? ¿Por qué el cambio climático es una prioridad por encima de la natalidad? ¿Es más poderoso el que hace la ley o el que logra imponer un nuevo sentido común?
Un alegato a favor de la globalización: no es excesiva, sino insuficiente
El libre mercado ha sacado a millones de personas del hambre y la pobreza, una realidad evidente incluso para Marx y Engels. Pese a ello, a principios de este milenio, emergió y proliferó un potente movimiento anticapitalista internacional.
Johan Norberg desarrolló entonces una esclarecedora defensa de la teoría y la práctica del liberalismo económico. Su tesis contribuyó a crear conciencia sobre el hecho de que los países sólo podrían salir del subdesarrollo con más comercio, inversión e iniciativa empresarial.
En la actualidad, ante el resurgir de las voces que claman que la globalización ha ido demasiado lejos, Norberg vuelve a plasmar su argumentación promercado, procomercio y proinmigración en un nuevo manifiesto. Aunque los ataques vienen fundamentalmente de la derecha reaccionaria, todos los populismos comparten el mismo mito de la economía como un juego de suma cero en el que hay ganadores y perdedores de la globalización.
El manifiesto capitalista demuestra que, pese a todos los factores que generan incertidumbre, durante los últimos veinte años se ha experimentado el mayor progreso en términos de prosperidad y bienestar. Este libro es una apología apasionada y rigurosa de la libertad económica internacional en una época que vira peligrosamente hacia el estatismo, la hiperregulación y el intervencionismo.