¿Qué se siente cuando uno ve ondear la bandera de su país? A lo largo de la historia las banderas han representado las vivencias, esperanzas y sueños de millones de personas en todo el mundo. Las alzamos, las quemamos, marchamos bajo sus colores, y aún hoy en día, morimos por ellas.
En el libro, el autor abarca desde el ferviente sentido del nacionalismo en China, las dos Coreas, las identidades problemáticas de Europa y Estados Unidos, la influencia del simbolismo religioso ?como el aterrador mensaje del Estado Islámico?, las banderas de la libertad de la zona de África oriental y hasta la bandera blanca símbolo de rendición, la legendaria calavera pirata o la complejidad de la más global de todas ellas: la bandera de las Naciones Unidas.
En este momento el mundo es un lugar turbulento y es necesario entender los símbolos ?viejos y nuevos? por los que cada comunidad continúa movilizándose, exhibiendo hazañas o luchando por sus derechos. Tim Marshall se basa en más de veinticinco años de experiencia en reportajes por todo el mundo para mostrarnos las historias, el poder y la política de los colores que nos unen y nos dividen.
Se mire por donde se mire, parece que las tensas líneas de las fronteras vibran al son de los acontecimientos mundiales, o incluso los llaman. Hoy día hay más fronteras en el mundo que nunca antes en la historia de la humanidad. Empezando por el ejemplo más antiguo conocido, Crawford viaja a muchas fronteras antiguas y nuevas: desde un paisaje glaciar que se derrite hasta la conflictiva Cisjordania y las fallas de la frontera entre Estados Unidos y México. Sigue la historia de las fronteras hasta nuestro frágil e incierto futuro, hacia las fronteras virtuales de Internet y la cambiante geografía de un mundo acosado por el cambio climático. A medida que el nacionalismo, el cambio climático, la globalización, la tecnología y las migraciones masivas chocan con unas fronteras cada vez más rígidas, algo tiene que ceder. Y Crawford se pregunta: ¿ha llegado el momento de abandonar las líneas que nos dividen?
Una persona promedio pasa veintiséis años de su vida dormida. Ese tiempo se creó no solo para disfrutar los beneficios físicos del descanso, sino para participar de la presencia de Dios y acceder a su guía para nuestros días. En El poder de tus sueños, la pastora y presentadora Stephanie Ike Okafor muestra que todos somos soñadores. Junto con anécdotas personales de cómo los sueños la han equipado con conocimiento en momentos decisivos, Stephanie aporta herramientas prácticas para ayudar a recordar y discernir los sueños, identificar significados bíblicos de símbolos comunes y números, y reflexionar a partir de ciertos temas de discusión en cada capítulo.
El poder del objeto habla de la relación entre las personas y las cosas en la Baja Edad Media europea. A lo largo de sus páginas se presentan ejemplos diversos de cómo los objetos no solo fueron importantes para quienes los poseyeron y usaron, sino que ejercieron un poder efectivo sobre ellos. En un caso se trata del ajuar litúrgico legado por una mujer al monasterio en el que será sepultada; en otro, de las cajas, cofres y estuches que esconden y muestran lo más preciado de otras dos mujeres; en otros más, de las cadenas que fijan los libros por la geografía interior de varios monasterios, de los objetos que acompañan los rituales funerarios y activan los cinco sentidos, del ataúd vacío y el paño de oro en los que late la presencia de una ausencia, de la custodia en los coros femeninos capaz de transformar el espacio en un lugar de experiencia; o, por último, de los capazos de esparto, atestados de objetos, en los que fueron abandonados niños y niñas de meses o días a las puertas de un hospital. Todos ellos tienen algo en común, pues muestran de qué forma el objeto «mira», y porque mira ejerce poder y es capaz de construir, desde su materialidad, memoria y formas de representación.
Las imágenes generadas por el poder utilizan determinados motivos visuales bajo los cuales se oculta una suma de protocolos interesados que les proporciona su auténtico sentido. Ante esta constatación, los cuarenta capítulos y las dos adendas que conforman El poder en escena responden a la necesidad de ejercer de rastreadores de estos iconos de la esfera pública para descifrar así la naturaleza de estas imágenes que parecen rutinarias y espontáneas, y ante las cuales no solemos interrogarnos. Solo con hacerlo y detenernos en cada motivo para nombrarlo, ya se da un paso decisivo para reconocer su sesgo ideológico. Esos motivos visuales se generan desde el campo de la política, quizá los más notorios por su voluntad propagandística; desde la economía, siempre basados en la ocultación de su poder real; del poder judicial, otro ámbito donde la opacidad es norma; de los cuerpos policiales, que construyen motivos de aparente objetividad; o de algunos rituales sociales que se repiten de manera insistente y enigmática. El hecho de ahondar en los orígenes iconográficos de cada motivo –en el cine, la pintura, la fotografía o la arquitectura y sus posteriores ramificaciones– nos permite cuestionar las formas visuales que los distintos ámbitos de poder utilizan para autorrepresentarse. Y al mismo tiempo sirve para preguntarnos por la génesis y evolución de estas formas, dar testimonio de su falsa transparencia y devolver así una mirada crítica e irónica ante el poder que las genera.
Este texto le valió al autor el Premio Nacional de Ensayo, y escandalizó en el momento de su publicación por su carácter controvertido. Al margen de las reacciones que seguirá suscitando, trata con hondura las cuestiones fundamentales de doctrina política desde un profundo conocimiento de los autores contemporáneos y clásicos de teoría política, y de la evolución de las instituciones en Occidente.
López-Amo aborda cuestiones como la legitimidad del poder, la democracia y las dictaduras, la libertad, la monarquía y la república, ofreciendo un valioso texto que, leído en su contexto, goza de enorme actualidad.