Este Diccionario ideológico o ATLAS LÉXICO contiene más de 200.000 voces clasificadas en unos 1.600 campos semánticos. Las palabras aparecen en listados de términos asociados, afines, vecinos o sinónimos que se prestan a la expresión de un concepto. Distingue los usos en función del contexto social (general, coloquial, malsonante, vulgar, ingenio popular y refranes); los dominios geográficos (españoles y americanos); y la actualidad del término (antiguo, desusado y recién incorporado). Además de permitir la consulta del significado de una palabra añade la posibilidad de buscar una voz que se ajuste al significado que tenemos en mente. Descubrimos así la palabra que supimos y hemos olvidado, la que echamos de menos o la que sospechamos que debe existir. Este Atlas léxico se distingue por el modo práctico en que presenta las palabras y expresiones mediante encabezados, términos guía y breves explicaciones para las voces de uso infrecuente.
George Orwell percibió hace muchos años que quienes amenazan nuestros derechos y libertades anhelan expropiar también nuestro lenguaje. La corrección política, versión posmoderna del totalitarismo, es, efectivamente, lo más parecido que hemos visto al siniestro Ministerio de la Verdad que imaginó en 1984. Ya no es el pueblo el que decide qué pensar y qué decir, sino que una élite ilustrada se lo impondrá desde el poder político, la educación, la cultura y los medios de comunicación. Pretenden establecer ellos por su cuenta una “nueva normalidad”, nada menos. En su Diccionario incorrecto de la nueva normalidad, Carlos Rodríguez Braun desafía los bulos del pensamiento único y nos invita a que resistamos frente a las opresivas, pacatas y ridículas pretensiones uniformizadoras de la casta gobernante.
Diccionario provisional de pérdidas es sin duda el ensayo más ambicioso de Miguel Albero. Estamos ante un diccionario que se lee, no se consulta, como nos informa el autor en el prólogo, donde además nos propone una lectura no lineal del mismo o, como él lo llama, «marcarse un Rayuela», yendo de una en- trada a otra en función de su afinidad semántica.
Desde la primera entrada (A. Pérdida de cuanto sigue) a la última (UBICUIDAD. Pérdida de la localización), el lector asiste a un festival de pérdidas, de las más evidentes (AMNESIA. Pérdida de la memoria) a las más sutiles (CASI. Pérdida del todo), de las más tremendas (APOCALIPSIS. Pérdida del futuro) a las más surreales (PERDIDA. Pér- dida de la tilde de pérdida), de los inexistentes PARAÍSOS PERDI- DOS al maravilloso SALÓN DE LOS PASOS PERDIDOS. Piérdase pues el lector en este libro, no le defraudará.