“Palabra Viva” es un libro con mensajes y reflexiones que edificarán tu vida, un devocional diario que pretende llevarte a tener un tiempo a solas para que te conectes con Dios y con tú verdadero propósito de vida.
Ya sea que seas nuevo en la fe o cristiano por muchos años, la intención de este libro es motivarte a que te refugies en la Palabra de Dios como la única fuente de ánimo, esperanza y corrección amorosa.
Mensajes llenos de fe que pueden ayudarte a conocer a Dios y Su Palabra, con breves devocionales que te ayudarán a centrar tu atención en las promesas del Padre para ti que a lo mejor aún no conocías, a reflexionar en ellas de una manera diferente, o simplemente recordarte lo grande que es Dios.
Tras más de veinte años escuchando con empatía los testimonios -terribles y hermosos- de sus pacientes, el psiquiatra Guillermo Lahera narra en Las palabras de la bestia hermosa, a través del desarrollo de siete casos clínicos, en qué consisten y por qué se producen los principales trastornos mentales y cómo estos definen los aspectos esenciales del ser humano.
Con una prosa tan rigurosa como ágil, que recuerda al mejor Oliver Sacks, Lahera nos descubre un cerebro social, interconectado, narrativo y permeable, una máquina falible de contar historias y de construir la realidad, muy alejada de la idea de simple ordenador biológico o procesador de información. Son los relatos de quienes han pasado por su consulta los que nos revelan sus mecanismos. Y quizá, al llegar a la última página de este libro, algún lector detecte signos de alarma, factores de riesgo y, sobre todo, comprenda que la lucha secreta con la enfermedad mental representa una forma excelsa de humanidad.
Palabras que hieren ha sido reconocido universalmente como una obra magistral y uno de los libros más importantes de Judith Butler. En este análisis de los debates alrededor del discurso de odio, la pornografía y la homosexualidad, Butler sostiene que las palabras pueden herir y que la violencia lingüística es un tipo de violencia particular. También sostiene que este discurso es emocional y fluido porque sus efectos a menudo escapan al control del hablante, moldeados por la fantasía, el contexto y las estructuras de poder.
Butler insta a la cautela en el uso de la legislación para restringir y censurar la libertad de expresión, pues aunque el discurso de odio puede reforzar las estructuras de poder, también puede replicar el poder en formas que separan el lenguaje de su capacidad de causar daño. Por ejemplo, en los casos en que el lenguaje injurioso es internalizado por prácticas estéticas que buscan enfrentarse al daño y reducirlo, como ocurre en el rap y en la música popular, las palabras también pueden ser una forma de reconocimiento y usarse como réplica.
¿Sabía usted que los romanos tenían más de sesenta formas de decir 'puta'? ¿No habrá alguna relación entre la palabra 'fuelle' y la palabra 'follar'? ¿Si a usted la llaman 'pelleja', la están insultando o le dicen una palabra etimológicamente afectuosa? ¿Qué tienen que ver el 'fornicar' con una prostituta y la 'hornacina' donde se pone la estatua de una virgen? ¿De dónde viene las palabras 'caca' y 'mierda'? ¿Cómo estaría formada anatómicamente, en la antigua Pompeya, una señorita 'culibonia' ? ¿A quién prefiere usted, a un 'proxeneta' o a un 'xenófobo'? ¿Cuántas faltas de ortografía hay en la expresión "¡Por uebos!"? ¿Había pensado usted alguna vez que las bellas 'orquídeas' tienen un par de cojones?
¿Qué conocimientos sobre la barbarie nazi nos proporciona un videojuego de la Segunda Guerra Mundial? ¿En qué medida contribuyó la avalancha de memes históricos durante las presidenciales estadounidenses de 2016 a cimentar la victoria de Donald Trump? ¿Podemos confiar en las representaciones históricas que se difunden a través de los medios digitales para forjarnos una idea precisa de lo que aconteció en el pasado? Cada vez disponemos de herramientas y tecnologías más sofisticadas para crear, manipular y divulgar imágenes históricas. Sin embargo, a medida que su implantación se extiende y su uso se democratiza, también aumenta el riesgo de que se empleen para reducir el pasado a un mero repertorio de motivos visuales, para deformarlo de acuerdo con algún fin político execrable y, en definitiva, para despojar la experiencia histórica de toda su complejidad.