Estudio magistral de la historia de Palestina, una tierra habitada por dos pueblos con identidades nacionales distintas, que arranca en el periodo otomano y traza un recorrido que va desde la llegada de los primeros sionistas (finales del siglo XIX), el Mandato británico (comienzos del XX), la creación del Estado de Israel (1948), y las guerras y conflictos que se suceden hasta nuestros días. Al tiempo que estos acontecimientos constituyen el trasfondo de la narración y explican la evolución de los nacionalismos sionista y palestino, en el eje central están los que vivieron en esos tiempos. Historia de coexistencia y cooperación a veces, y siempre de opresión, ocupación y exilio. Pappé, bien conocido por su revisión de la historia de Palestina y como analista político del conflicto, hace aquí una contribución única con el rigor y lucidez acostumbrados.
La revista fue, es y seguirá siendo hija y producto de su tiempo. De las circunstancias sociales, políticas y culturales de cada una de las épocas en que le tocó vivir. Y en todas, vivió la censura, incluso en la actualidad. Pero la revista es mucho más de lo que el espectador de a pie pueda presenciar una vez adquirida su localidad y se sienta cómodamente para presenciar el espectáculo. La revista es también todo el entramado escénico que latía tras las bambalinas. De interminables horas de elección de compañía, libreto, música y artistas. De agotadores ensayos y de airadas vedettes. De duras giras por provincias y de nervios el día del estreno. De aplausos y risas. De llantos y pensiones. De las mamás de la artista en el camerino, a estraperlistas sin pudor rendidos admiradores de la vedette de turno. De dimes y diretes en torno a la escultural estrella del espectáculo Eso y, mucho, muchísimo más, era la revista. Un género menospreciado por algunos al que Juan José Montijano a través de esta magnífica obra coloca en el lugar que siempre ha merecido.
La filosofía cambió de rumbo con la obra de Michel Foucault. El pensamiento ya no debe alzarse en una pirueta hacia las ideas ni buscar en el interior de las cosas una forma. Tampoco tiene que recorrer la compleja dialéctica de lo concreto a lo abstracto ni seguir el camino de las relaciones sociales. Para Foucault todo resultaba más sencillo: la filosofía tiene que mancharse las manos, escavar hacia el subsuelo, tiene que ser una arqueología capaz de historizar y diagnosticar el presente en que vivimos. Para alcanzar su objetivo, esta arqueología huirá de universales, claves de inteligibilidad o nociones previas y analizará prácticas y discursos que constituyen el fundamento de los regímenes de poder que nos oprimen.
Este proyecto, con la Historia de la sexualidad, se centra en las condiciones bajo las que se formaron los saberes, los sistemas de poder y los sujetos de la sexualidad. En tercer tomo, El cuidado de sí, Foucault problematiza y analiza «textos griegos y latinos de los dos primeros siglos de nuestra era» para hallar una mayor claridad sobre la doctrina del placer y las pasiones.
Esta historia nos descubrió que la sexualidad ajena a lo normal no debe ser una justificación de la marginación social o la exclusión política, sino que puede y debe ser una de las principales barricadas desde la que iniciar una rebelión genuinamente emancipadora.