Escombros, ceniza y huesos, esto son los restos que a menudo nos encontramos al explorar un antiguo campo de batalla o las ruinas de una aldea, tierra arrasada que esconde miles de historias, desde los últimos suspiros de un soldado caído a los gritos ahogados de una familia asolada por la guerra. A menudo el rápido suceso de acontecimientos que comprendemos como historia nos ha entumecido a estas realidades traumáticas, desvinculándonos de la violencia y sufrimiento que abarca y que raras veces nos conmociona.
Solemos olvidar que detrás de la destrucción y la barbarie se encuentran personas, sus recuerdos y esperanzas silenciados por el filo de una espada; relatos humanos recurrentes que hacen de la historia algo palpitante y tangible.
Con la arqueología como herramienta, Alfredo González-Ruibal nos ayuda a afinar el oído, a escuchar estos susurros y descifrar sus relatos de violencia y agresión, acercándonos a la realidad sin los tintes opacos de la guerra o la ideología. Son precisamente estos últimos vestigios los que hablan con mayor elocuencia sobre nuestra naturaleza y su perturbadora inclinación a la destrucción.
Estamos perdiendo nuestra capacidad de no hacer nada. Nuestra existencia está completamente absorbida por la actividad y, por lo tanto, completamente explotada. Dado que solo percibimos la vida en términos de rendimiento, tendemos a entender la inactividad como un déficit, una negación o una mera ausencia de actividad cuando se trata, muy al contrario, de una interesante capacidad independiente.
Byung-Chul Han indaga en los beneficios, el esplendor y la magia de la ociosidad y diseña una nueva forma de vida, que incluya momentos contemplativos, con la que afrontar la crisis actual de nuestra sociedad y frenar nuestra propia explotación y la destrucción de la naturaleza.
«Sandy apenas es una fobia. Como dice Lacan […], es un inicio de fobia. Es un esbozo. Hubiera podido ser una fobia y luego, antes de fulgurar, desaparece, se apaga. Para emplear otra metáfora, es una fobia que no cristalizó. Podemos preguntarnos por qué. ¿No hay que buscar la razón quizás en el hecho de que tiene a Anneliese, esa madre sustituta, siguiéndola de cerca? En cuanto una pesadilla la despierta y le da por llorar antes de volverse a dormir, […] está ahí y empieza a anotar, día a día, todos los hechos.» JACQUES-ALAIN MILLER
Su experiencia clínica obligó a Freud a cambiar sus tesis iniciales sobre los sueños de los niños. Juanito y el Hombre de los lobos demostraron que constituyen hitos fundamentales en la compleja temporalidad de la relación del sujeto con el inconsciente. La última enseñanza de Lacan, con su puesta en valor del inconsciente real, nos permiten situar mejor qué está en juego en ese fulgor que emana del misterio del cuerpo hablante.